Educando a las señoritas: Formación docente, movilidad social y nacimiento del feminismo en Costa Rica (1885-1950)
Iván Molina / Steve Palmer
El Colegio Superior de Señoritas tuvo una sección normal que fue la primera de Costa Rica. Sus alumnas fueron la vanguardia del movimiento cívico que derrotó a Tinoco y unas alumnas, junto con graduadas, en 1923 fundaron la Liga Feminista que luchó por el derecho a sufragio y la desigualdad salarial.
Justo ese año fue despojado el Colegio de su condición de escuela normal.
Ha habido interés en la historia de las mujeres con fuentes documentales oficiales y polémicas publicadas, pero poco sobre el origen de clase de las maestras o la vinculación del sistema normalista y el desarrollo del feminismo.
El autor propone que, además de la función educadora del Colegio, su sección normal fue un vehículo de movilidad social. Era un espacio privado, cerrado, de ejecución de nuevos roles, aunque los roles han sido asignados desde el esquema patriarcal liberal (salud y cuidado).
Liberalismo y educación femenina
En el Congreso Pedagógico Argentino de 1882, Sarmiento menciona el rol de la mujer como educadora natural al ser madre y que hay que educarla, para que pueda educar a los hijos.
Los liberales habían aprendido que las mujeres tendían a ser baluartes del tradicionalismo por lo que podrían apoyar a la Iglesia por lo que se buscó llegarles como agentes de secularización y modernización. Por esa causa, más un romanticismo sobre su rol, ausencia de hombres que se trasladaron a oficios más rentables y salarios más bajos de mujeres, se incrementó su participación: hubo una feminización de la educación pública.
La familia era parte de la esfera privada en el siglo XIX. Y la escuela era de la pública, y pública en el sentido de formar en los valores del Estado Republicano. La feminización de la educación pública se temía que implicara una mayor participación política de las mujeres, que no tenían derechos civiles y políticos plenos. Pero había que asignarles roles públicos: educación, salud (obstetricia y enfermería), trabajo social, por ejemplo. Hubo cierto celo claro de la clase que ostentaba esos roles. Las mujeres influyeron en dar nueva personalidad (domesticar) la política y precipitaron nuevas expectativas sociales. En síntesis se desafió una esfera pública republicana que era masculina y a desear redefinir por ellas mismas sus roles.
Justo Sierra (Secretario de Educación de don Porfirio en México) dijo: “niñas queridas, no quiero que llevéis vuestro feminismo al grado de que queráis convertiros en hombres… dejad que formen leyes y vosotras formad almas, que es mejor.”
Sociedad y educación en Costa Rica
La educación pública fue clave para el proyecto liberal. Hasta 1880 estaba casi exclusivamente al cuidado municipal, con fuerte influencia religiosa.
En 1847 se abre un liceo para niñas y funciona como escuela normal entre 1853 y 1856. Graduadas las maestras, cerró por orden del Ministro responsable, Nazario Toledo, pues consideró que ya había cumplido su función. En 1858 reabre la escuela, pero no funciona como escuela normal.
En 1862, el Ministro de Educación Francisco María Iglesias cuestiona la utilidad del conocimiento para hijas de lavanderas, por ejemplo. Pero la mayoría de la población ya no pensaba así.
En 1870 la demanda por educación femenina creció mucho. En 1872 había 59 escuelas de varones y 19 de niñas. En 1883 había 127 escuelas de varones y 107 de niñas.
En 1888 al abrirse el Colegio Superior de Señoritas llegan alumnas de todas las clases, no era algo solo de élites.
En 1883 el Estado dejó de apoyar la educación secundaria (dejando solas a las Municipalidades en la tarea) y se concentró en la educación primaria secular, uniforme y controlada.
El Colegio Superior de Señoritas
1885-1889 Mauro Fernández y su reforma educativa. Ley General de Educación de 1886. Proyecto positivista, centralizador, inspirado en las reformas argentinas de 1875-1884 con Sarmiento.
En 1886 la Iglesia llama a boicotear la reforma y aglutina otras preocupaciones como la baja de mano de obra familiar por la asistencia obligatoria a la escuela. Se critica que esta reforma no permitió movilidad social, aunque sí alfabetización.
La eliminación de la Universidad incrementó el nivel y valor de las escuelas normales. Los varones tenían las opciones de Derecho (desde 1843), Farmacia (desde 1897) y opciones en el extranjero, por eso quizás no interesaba tanto la docencia.
En 1887 inicia sección normal con tres alemanas que concluyeron contrato en Nicaragua, pero no subsistió. En 1888 don Mauro le propone a su cuñada Marian Le Capellain hacerse cargo del proyecto con un presupuesto generoso para construir un colegio. De origen británico (islas del Canal), siguió el modelo de Herbert Spencer y Horace Mann.
El plan de estudios era de cinco años, entre los 11 y 16 años, compartiendo con el resto de alumnas los primeros tres años, luego dos de especialización.
Cerró en 1914 al abrirse una escuela normal en Heredia, impulsada por Luis Felipe González Flores, ministro de su hermano, Alfredo.
Reabre en 1918 como apoyo a debilitar la escuela de Heredia y a la herencia de González Flores, pero eso no impidió que se levantaran contra Tinoco.
Composición social del cuerpo estudiantil
La maestra normal era el sueño de la clase media (Angel Rama).
Según los libros del Colegio, aunque la mayoría eran hijas de la nueva clase media profesional, casi la mitad eran hijas de obreros y artesanos. De los períodos 1897-1914 y 1918-1919 el 84% venía de San José ciudad y 5% del resto de la provincia, 7,5% de Alajuela, Heredia y Cartago (a tercios), y 2,5% de Puntarenas y Guanacaste en proporción 2/1 y una estudiante de Limón. Varió poco en los años siguientes. Guanacaste subió por el programa de becas de la administración González Víquez de 1907.
Sobre la ocupación de los padres hay dudas ya que comerciante por ejemplo, podría incluir desde vendedor ambulante hasta gran empresa, igual sucede con agricultor o zapatero. Otros eran claros como abogado (clase alta) o purero (clase baja).
Se destaca que artesanos y otros trabajadores especializados forman el 21,5% de los padres. Los artesanos prósperos y propietarios de pequeños talleres formaron asociaciones, periódicos, clubes lo que ayudó a crear un sentimiento de clase para esa clase trabajadora entre 1890 y 1920.
La clase alta tenía la opción del colegio privado de las hermanas de Sión pero algunos preferían el Colegio Superior de Señoritas.
A lo largo de los años, las clases son estables, pero se redujeron las de padres agricultores y aumentaron las hijas de comerciantes, lo que refleja el proceso de urbanización de San José.
Estas vivencias las narra Luisa González en A ras del suelo, quien fue normalista en Heredia, entre 1917 y 1922.
De 1897 a 1913, el 23,7% de las estudiantes tuvo algún tipo de beca, aunque parece esperable según el porcentaje de padres de clase baja, no hay datos que permitan saber si son esas mujeres las que recibieron la beca. En todo caso no funcionó como instrumento principal para atraer jóvenes de fuera de San José, entregando la mayoría de las becas a mujeres de origen urbano.
El Colegio fue primordialmente para la clase media urbana, aunque hubo baja y élites también.
Sociabilidad y orientación pedagógica
Más que establecimiento educativo el Colegio fue centro moralizador.
Hay coincidencia en estudios en que defraudó en la cantidad esperada de graduadas, unas 19 por año.
Parece poco porque en 1904 había en total 890 docentes y en 1920, 1346 (solo un tercio titulados y la mayoría de no tituladas eran mujeres). Y en todo caso se seguía con la concentración de graduadas de la capital. Hubo algunas que salieron de la capital para trabajar en áreas rurales o semirurales.
Una graduada conocida fue María Leal, pero cuestiona si necesitaba la beca que se le dio, si fue por necesidad o alguna influencia porque la mamá era maestra.
Tenía una estrecha relación con el Liceo de Costa Rica, aunque en el Señoritas había un componente feminista diferente.
Virtualmente todos los intelectuales progresistas de la época dieron clases en algún momento en el Colegio Superior de Señoritas. Y las alumnas, algunas destacaron en otros campos como Ángela Acuña, María Isabel Carvajal y Emilia Prieto, otras destacaron en su campo.
Tenía un uniforme obligatorio normalizador de la diferenciación social por moda, siendo además un indicador de estatus y esprit de corps.
En 1912 se funda la revista Cordelia, foro para la vanguardia intelectual del país.
Demócratas y feministas
El inicial apoyo, o tolerancia al menos, hacia la dictadura de los Tinoco, cambió a en junio de 1919. Un movimiento reformista surgido en 1918 en Córdoba, Argentina, avanzó y encendió la primera chispa contra los Tinoco. Se redujo el presupuesto de educación del 13,5 a 5,9 por ciento del gasto total estatal. La dictadura exigió donar salarios para la guerra y levantar listas de los que donaban y los que no, lo que era una forma de coacción. Dos firmantes de la fórmula del no, fueron acosados. Las protestas en su apoyo fueron dispersadas. Se impidió la reunión para formar la asociación nacional de maestros. El año escolar fue suspendido y se divulgaron planes de despidos y cierre de instituciones educativas. Las estudiantes del Colegio Superior de Señoritas marcharon junto con docentes y se les unieron estudiantes de otros centros y trabajadores.Se impidió a quienes quisieran hablar a la multitud y se dispersaron con carros de bomberos. Al día siguiente igual, pero con ametralladoras.
La protesta terminó con la quema del medio gobiernista La Información, y más enfrentamientos. La situación se hizo insostenible.
En 1923, en una propuesta al Congreso para aprobar el voto femenino, se destacó esta lucha. Fue ignorada aunque la narrativa era de apoyarla.
El 12 de octubre de 1923 fue fundada la Liga Feminista, lo que es prueba del vínculo entre la institución y las emancipación de las mujeres.
Tuvo una labor como organización filantrópica y se veían más cercanas a las mujeres de las élites que a las mujeres de la clase obrero, por lo que más que apoyar reivindicaciones de esa clase, distribuían ayuda estatal. Sí luchó fuerte contra las pretendidas reducciones de salarios y la desigualdad salarial.
Conclusiones
El Colegio Superior de Señoritas fue un eje de coherencia y militancia públicas para las mujeres. Se promovió un espíritu igualitario y feminista. Dio a las mujeres un título legítimo para desempeñarse en la esfera pública y emprender acciones políticas e intelectuales.
Las normalistas fueron agentes de modernidad en diversas áreas del país.
No pudieron darle continuidad.
Falta investigar más su rol de movilidad social y la vida cotidiana del colegio.