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domingo, 6 de abril de 2025

Periódicos como fuente primaria

Vella, Stephen. “Newspapers”. En Reading Primary Sources: The Interpretation of Texts from Nineteenth and Twentieth Century History. Editado por Miriam Dobson y Benjamin Ziemann, 192-194, 198-200. New York: Routledge, 2008.


Periódicos como fuentes primarias.

En un nivel superficial, los periódicos informan de acontecimientos, pero más profundamente documentan las formas en las que lso reporteros y editores pensaban sobre su propia sociedad.  Lejos de ser un espejo objetivo a menudo moldean los puntos de vista de sus lectores.

En palabras del historiador Roger Chartier, “las representaciones del mundo social son constituyentes de la realidad social”.

En un día o semana se producen más noticias de las que pueden aparecer en un periódico. Por lo tanto, la materia prima de los eventos noticiosos debe pasar por sucesivos filtros que reducen el rango de historias publicadas.

La tarea de la erudición es desmantelar las rutinas de comprensión y los códigos especiales del género periodístico, y examinarlos con cuidado.

Los estudiosos han llegado a apreciar los periódicos como fuentes y temas por derecho propio, no simples cúmulos de datos en los que sumergirse para respaldar las afirmaciones sobre el pasado hechas a partir de fuentes de archivo tradicionales, pero encuentran un gran desafío para evaluar la recepción que tuvieron los periódicos (es decir, cómo los lectores contemporáneos absorbieron, interpretaron y juzgaron los informes de noticias que se les presentaron). Una lectura inteligente de los reportes noticiosos y los editoriales puede permitir a los académicos discernir el tipo de marco institucional que los generó.



Kit de herramientas analíticas

Las preguntas que los académicos plantean a los periódicos se dividen generalmente en tres grandes categorías de investigación: la estructura institucional (el contexto social), el formato (el contexto textual) y el contenido (el texto). Cada uno de ellos incide en la forma en que se lee un periódico.

Por ejemplo, si son empresas, el Washington Post, entonces, en un sentido puramente comercial, es una corporación que vende lectores (consumidores con poder adquisitivo e influencia social) a otras corporaciones (mercado).

Sobre el contexto textual: ¿qué hacen los periódicos para atraer la atención hacia determinadas partes de la página, o para moverla en una dirección determinada?

Sobre el contenido, el texto: ¿cómo se escribió la nota? Observar sus elementos internos: que dice, qué no, que se espera que dijera, tamaño, letra, posición, etc.


Resumen

A la hora de interpretar periódicos, tenga en cuenta lo siguiente:  

¿Cuál es el contexto social del periódico? ¿Quién es el dueño del periódico? ¿Quiénes son sus lectores?  

¿Cuál es el formato del periódico? ¿Cómo se presentan los artículos, anuncios y otros contenidos en la página? ¿A qué contenido se le da más protagonismo para atraer la atención de los lectores? ¿Cuál contenido está “enterrado”, ya sea en un tamaño de letra más pequeño o en páginas menos prominentes?

¿Cuál es el contenido del artículo? ¿Qué sabemos del autor? ¿Quiénes son las fuentes del autor? ¿Cuáles son los supuestos o el punto de vista subyacente del autor? (Estos pueden ser partidistas, políticos, económicos, raciales o étnicos, regionales, geopolíticos y/o de clase, solo por nombrar algunos). ¿Qué información relevante se omite?

 


lunes, 24 de marzo de 2025

Estructura y proceso

Gaddis, John L. “Estructura y proceso.” En El paisaje de la historia, 59-79. Barcelona: Anagrama, 2002.


El paisaje histórico es inaccesible. Es como un experimento al que no llega a ver pero sabe por referencias, y quedan algunos residuos (Bloch).

El tiempo y el espacio proporcionan el campo en el que la historia sucede, la estructura y el proceso proporcionan el mecanismo.
Para los geólogos, por tanto, la distinción entre estructura y proceso corresponde a la distinción entre presente, en el que las estructuras existen, y pasado, en el que los procesos les dieron origen. ¿Es así también para los historiadores? Ésta es la cuestión que quisiera explorar aquí.

¿La Historia es ciencia? La respuesta no es sencilla.

La ciencia tiene una cualidad que la privilegia respecto de todos los otros modos de investigación: la de haber mostrado más capacidad que los demás para producir acuerdo sobre la validez de los resultados en diferentes culturas, en distintas lenguas y entre observadores muy dispares. 

Marc Bloch veía en la ciencia un modelo para los historiadores, pero no porque creyera que los historiadores se estaban haciendo, o debían hacerse, más científicos sino porque veía que los científicos se hacían más históricos.

Al descubrir que lo que existe en el presente no ha existido siempre en el pasado, que los objetos y los organismos evolucionan a través del tiempo, en lugar de permanecer siempre exactamente iguales, los científicos comenzaron a derivar estructuras a partir de procesos: en resumen, habían introducido la historia en la ciencia.

En ciencia, la clave del consenso es la reproductividad: se espera que las observaciones realizadas en condiciones equivalentes, con independencia de quien las lleve a cabo, produzcan resultados aproximadamente correspondientes. Desde este punto de vista, como es obvio, el método histórico nunca puede aproximarse al científico.

Pero no todas las ciencias funcionan de esta manera. En otras la reproductibilidad significa construcción del consenso de que esas correspondencias son verosímiles. En esto es en lo que coinciden aproximadamente el método de los historiadores y el de los científicos, al menos el de los científicos para quienes es imposible la reproducción en el laboratorio. Pues los historiadores también comienzan con estructuras supervivientes, ya sea en archivos, en artefactos o incluso en recuerdos. Luego deducen los procesos que las produjeron. 

Inicia con una estructura superviviente y a través de experimentos mentales, busca deducir los procesos que han dado origen a esa estructura: replicabilidad virtual.

Por tanto, en la historia, como en la ciencia, la imaginación debe estar limitada y disciplinada por las fuentes, y esto es precisamente lo que la diferencia de las artes y todos los otros métodos de representación de la realidad.

Para lograr su objetivo también hay una particular secuencia de procedimientos a seguir.

Primero conexión con la realidad, luego comparar la evidencia con lo que se sabe (y lo que se imagina) para hacer representaciones (redefinir el problema y cambiar de dirección) y luego persuadir de ellas con pares que verificarán si hay una adaptación adecuada entre teoría y experimento.

Se ha vuelto a poner de moda el término consiliencia: coincidencias inesperadas de resultados a los que se llega a partir de aspectos muy distantes de un mismo tema (William  Whewell). Una visión holística y universal. El autor propone más bien un término de adaptación recíproca.

Recomienda a los historiadores justificar mejor su existencia, legitimarse como forma de conocimiento, defender sus métodos. La inocencia metodológica lleva a la vulnerabilidad metodológica. No estamos siendo científicos cuando nos resistimos a jerarquizar las causas y rechazamos el uso de una jerga específica. Defensa: no todos los científicos jerarquizan causas.

 


lunes, 17 de marzo de 2025

Ahora más que nunca

Hunt, Lynn. “Ahora más que nunca”. En Historia, ¿por qué importa?, 9-37. Madrid: Alianza Editorial, 2019.


¿Cómo puede fundarse la certeza en la Historia? Hay falseamiento como la negación del Holocausto. El falseamiento descarado de la historia se ha hecho hoy más frecuente debido a la influencia de los medios sociales. Y, ante esta situación, insistir en la verdad histórica ha llegado a convertirse en un acto necesario de coraje cívico.

El popular historiador francés Jules Michelet fue destituido de su puesto de profesor por el gobierno de Luis Napoleón Bonaparte en 1851 porque los estudiantes solían salir de escuchar sus trepidantes lecciones gritando proclamas en contra del gobierno. En 1940, la revista Time informaba de que el autor de un popular libro de texto de historia, Harold Rugg, había sido acusado de ser un comunista que describía Estados Unidos como una tierra de desigualdad de oportunidades y conflicto social.

A mediados de agosto de 2017, la disputa pública a propósito del destino de una estatua del general confederado Robert E. Lee terminó en un estallido de violencia en Charlottesville, Virginia. Del mismo modo que hubo estudiantes de la Universidad de Yale que quisieron cambiar el nombre del Calhoun College por ser este el de un político que defendió la esclavitud. Tras la derrota de Hitler, los aliados ordenaron la destrucción inmediata de todos los símbolos nazis; tras la caída de la Unión Soviética, las multitudes derribaron monumentos a Lenin y a Stalin desde Ucrania a Etiopía; una estatua de bronce de Sadam Husein fue desmantelada en 2003 durante la invasión dirigida por Estados Unidos; en 2008 se retiró la última estatua del dictador Franco que quedaba en España, y, por retroceder más de dos siglos, algunos días después de la promulgación de la Declaración de Independencia en 177 6, los neoyorquinos derribaron una estatua ecuestre del rey Jorge III. 

Los líderes de la Revolución Francesa argumentaron que, en tanto que los símbolos del feudalismo y la monarquía podían ser destruidos con legitimidad, aquellos que llevasen inscripciones en latín o cualquier cosa compatible con el espíritu de la igualdad debían ser protegidos. De hecho, los revolucionarios ya habían establecido el primer museo nacional de arte del mundo en el palacio del Louvre en 1793 con obras confiscadas a la corona, a la iglesia y a los aristócratas que habían emigrado.  En suma, vandalismo y conservación pueden ir de la mano.

Los libros de texto de historia son revisados continuamente, pero ello no hace sino volverlos más polémicos. Los libros de texto hablaban de triunfos o tragedias nacionales, pero raras veces de los errores o las fechorías de un gobierno o un pueblo. La Guerra de Secesión y la esclavitud en Estados Unidos proporcionan ejemplos excelentes. Los manuales de historia estadounidenses anteriores a la Guerra de Secesión no defendían la esclavitud, sino que presentaban una nación en la que fuerzas antiesclavistas y proesclavistas podían coexistir. La Guerra de Secesión y la esclavitud en Estados Unidos proporcionan ejemplos excelentes. Los manuales de historia estadounidenses anteriores a la Guerra de Secesión no defendían la esclavitud, sino que presentaban una nación en la que fuerzas antiesclavistas y proesclavistas podían coexistir.

Los libros de texto llegan en una fase relativamente tardía del proceso de construcción de las memorias nacionales. Las huellas materiales de los acontecimientos del pasado primero han de ser reunidas y organizadas. Hasta que el dictador militar Francisco Franco murió en 1975, fue imposible investigar con rigor los asesinatos que se produjeron durante la guerra civil de 1936-1939, y mucho menos exhumar los cadáveres de los republicanos, calumniados como «rojos», que fueron ejecutados sin juicio y enterrados en fosas comunes.

Hasta que el dictador militar Francisco Franco murió en 1975, fue imposible investigar con rigor los asesinatos que se produjeron durante la guerra civil de 1936-1939, y mucho menos exhumar los cadáveres de los republicanos, calumniados como «rojos», que fueron ejecutados sin juicio y enterrados en fosas comunes. La recuperación de la historia ha sido importante en la práctica totalidad de los ejemplos de transición entre distintos regímenes.

El interés público por la historia no está creciendo, sino agigantándose. Técnicas están transformando tanto los museos de historia como la exhibición de lugares históricos. E incluso allí donde la virtualización de espacios no se ha empleado aún, los objetos materiales se exponen de maneras pensadas para asegurar al espectador tanto la autenticidad como la inmediatez de la experiencia. Por otra parte, los historiadores profesionales llevan mucho tiempo mostrándose críticos e incluso desdeñosos con las recreaciones históricas y las experiencias históricas virtuales, pues estas dan prioridad a la identificación empática del espectador con las gentes del pasado antes que al conocimiento más profundo de contextos y causas.


** Auge de Historia Pública (Wikipedia): La historia pública (o "historia aplicada") es un término utilizado para describir actividades orientadas a construir puentes entre el trabajo de los historiadores académicos y los intereses de diferentes tipos de audiencias públicas. Entre las actividades de preservación, interpretación y presentación del conocimiento histórico, en contextos de la esfera pública.1​ como los museos, las bibliotecas, la escuela y el espacio público, su principal objetivo ha sido relacionado con la democratización y difusión del conocimiento histórico,2​ es decir, con la ampliación de sus formas de acceso, uso y apropiación social2

La historia pública ha sido relacionada con ámbitos como los estudios sobre la memoria histórica, la divulgación patrimonial, la recreación histórica, la historia oral, la historia local, la historia popular, y la preservación de archivos. Quienes practican la historia pública se desempeñan como profesores, consultores históricos, profesionales en museos, bibliotecas y archivos, historiadores gubernamentales, archivistas, historiadores orales, gerentes de proyectos culturales, curadores, productores audiovisuales, intérpretes y mediadores históricos, conservadores, consultores de política pública, historiadores locales y activistas sociales y comunitarios.13​ En ese desarrollo práctico, se resalta el desarrollo colaborativo y mancomunado, entre miembros de la academia y la ciudadanía, de narrativas históricas


El público merece que los acontecimientos y procesos históricos se le presenten del modo más riguroso posible y, además, de una manera que consiga atraer su atención. La cuestión es saber encontrar el equilibrio entre rigor y habilidad. Lo que nos conduce al problema de la verdad histórica y de la mejor manera de determinarla.