domingo, 1 de septiembre de 2024

Los oficios femeninos urbanos en Costa Rica, 1864-1927

Virginia María Mora Carvajal


El objetivo es brindar una aproximación inicial a las características del trabajo femenino urbano en Costa Rica en la época. Utiliza censos de 1864, 1883, 1892 y 1927 y periódicos.


Características generales del trabajo femenino urbano 

En Europa se ha analizado el trabajo femenino desde la perspectiva de un momento preindustrial y los cambios que implicó el advenimiento del capitalismo. En la primera perspectiva se centró en el trabajo familiar, centro del rol de la mujer en esa época.

A partir de trabajos como los de Maxine Berg, no se entiende como un proceso lineal de preindustria al capitalismo, sino que se han integrado en sus propios términos, a la historia económica de tal proceso, elementos vinculados con la costumbre, la moral y los valores

Si bien en el caso costarricense es difícil asumir la existencia de un fuerte y profundo proceso de industrialización durante la primera mitad del siglo XX, al estilo de otros países latinoamericanos como México, Argentina o Chile, lo cierto es que se desarrolló un incipiente sector secundario que fue modificando las relaciones sociales, dando lugar al surgimiento de una heterogénea clase obrera.

Vemos un proceso de creciente división y especialización del trabajo.

En el caso de las mujeres,se observa una concentración de oficios: costureras, modistas y nodrizas, el 100% eran mujeres. Planchadoras y cocineras superaban el 90% de participación femenina.

La cuestión de los “oficios femeninos”, guarda relación, por lo tanto, con la diferencia entre "saber hacer" y "aprender a hacer", lo cual nos remite al problema básico del aprendizaje formal para el desempeño de labores específicas: la falta de una preparación adecuada, y por ende de mayores oportunidades laborales, constituían obstáculos para que las mujeres pudieran desempeñarse en campos que traspasaran los límites de los oficios domésticos y que les permitieran un mejoramiento de su condición social.

En cuanto a las empleadas domésticas o sirvientas, su número tendió a disminuir al final del período, tanto en términos absolutos como relativos. Este hecho podría explicarse no sólo por los procesos sociales ligados a la urbanización y a la modernización de la sociedad costarricense, que provocaron una mayor diversificación de las actividades económicas, sino que además, la disminución de las sirvientas es interesante en la medida en que podría evidenciar cambios a nivel de la estructura familiar como, por ejemplo, el hecho de que las amas de casa realizaran mayormente el trabajo doméstico, debido a una valoración social creciente de la función de madre y esposa de la mujer, o también podríamos cuestionarnos si las empleadas domésticas disminuyeron porque su empleo se volvió menos accesible para las familias o porque se redujo su oferta. 

Otros oficios sufrieron proceso de masculinización, como los panaderos que en 1892 su participación por sexo era aún similar. Caso contrario es el de las maestras, pues la tendencia fue más bien hacia una "feminización" de dicha actividad.

La mecanización, por lo general, tendió a desplazar a la mujer de la producción, o la relegó a las labores menos especializadas.


Oficios y ocupaciones

Lavanderas: De acuerdo con Mario Samper, esta ocupación femenina se caracterizaba desde fines del siglo XIX por ser una labor llevada a cabo por tarea, en la cual las lavanderas recogían y entregaban la ropa, trabajando comúnmente para varios patrones o clientes. Hubo conflictos por venta de terrenos del lavadero del Padre Cecilio Umaña a José Traube. Había un lavadero Carit donado por dr. Adolfo Carit.

Costureras: Eran duras las condiciones laborales en que este sector se desenvolvía, situación que parece constituir una característica del trabajo femenino en este período. Se conocen de denuncias y conflictos en Hoja Obrera.

Empleadas domésticas: Joaquín García Monge, en su novela Hijas del campo, escrita en 1900, aborda precisamente la problemática de "esa agrupación de hijas del campo, que diariamente afluyen, por causas variadísimas, a la capital, que se corrompen lastimosamente, se avejentan, tomando menjurjes y abortivos”. Estas mujeres se encontraban en una posición subordinada y de obediencia frente a la "autoridad paternal" de sus patrones, quienes precisamente abusaban de ese poder", para incluso explotar sexualmente a sus empleadas, las cuales en ocasiones debían hacerle frente a los hijos ilegítimos producto de tal situación: por ejemplo, en el caso de la parroquia de Cartago durante el siglo XIX, la cual ha sido estudiada por María Adelia Zúñiga, aquellas mujeres que tenían hijos solteras eran fundamentalmente cocineras, lavanderas y costureras. También se relaciona con el proceso de migración campo -ciudad.

En 1903 un señor llamado Elías Loaiza Rojas presentó un proyecto para reglamentar el servicio doméstico en la ciudad de San José, llevaría registro de buena conducta de empleadas y control sanitario (incluyendo venéreo). Quizás la principal razón esbozada para justificar tal reglamentación era la relacionada con la necesidad de defender la higiene familiar: higiene y moralidad. Luego agregó que la Oficina de Servicios Dométicos debía ser segregada por sexo para “comunicar y entender con toda libertad y franqueza, sin exponerse a las muchas inconveniencias y molestias que les pudiera causar la improvisada confusión y roce continuo con los hombres que necesitaran llegar a la oficina”. Luego quiso la idea extenderse a todas las obreras femeninas, domésticas o no. Fue desechado por el Congreso pues ya existía normativa de agosto de 1902, conocida como "ley de alquiler de servicios agrícoIas, domésticos e industriales", que regulaba más aspectos contractuales y de sanción.

En 1922 propuesta de Sara Casal, con referencia a entrenamiento y premios por buena conducta. Debido a su énfasis moralizador. En efecto, un grupo de empleada domésticas se presentó a las oficinas del Diario de Costa Rica (p. 7) para protestar contra la campaña moralizadora de Sara Casal, pues no deseaban que en la reglamentación citada se estableciera que se les debía enseñar moral, hecho que consideraban como una injerencia en sus vidas privadas:

Obreras de fábrica: Había algunas empresas en las que una proporción importante de sus trabajadores eran mujeres: El acorazado oriente de Alberto Bertheau (calzado), fábrica de refrescos La mejor, Costa Rica Toy Company. En el año 1921, el periódico La Prensa organizó un concurso denominado "Primer certamen de belleza moral" entre las fábricas y talleres que elaboraban puros y cigarros en la ciudad de San José.


El problema de la marginalidad femenina: la prostitución

En las fuentes consultadas se insiste mucho en el problema de la prostitución y en la necesidad de proteger a las obreras de los "sátiros" y de los que se daban el "taco de tenorios", pues no existía ninguna disposición legal para la mujer que la protegiera de tales "males". Los quejosos alegaban que, aunque esos barrios eran de pobres, los que vivían en eilos eran mayormente artesanos que formaban "hogares honorables'' y, por tanto, la llegada de esas 'mujeres alegresn representaba un peligro para sus hijas que eran por lo general "obreritas", ya que podría propiciar la prostitución de esas "honradas jovencitas”. Por tal razón, se solicitaba mantener a esas mujeres en hoteles, supervisadas por las autoridades, para mayor higiene y moralidad.

En general no se buscaba prohibir la actividad sino regularla.

En efecto, mientras que la prostitución femenina se consideraba inherentemente inmoral, la prostitución y el homosexualismo masculino se atribuían a hombres "mentalmente enfermos" -de manera temporal- como producto de su "incomprensión de la sexualidad femeninan; pero además se creía que los homosexuales no ponían en peligro la salud pública, contrariamente a lo que se pensaba de la prostitución femenina. 


La mujer en el sector público y telefónico

Trabajo menospreciado y si bien es cierto no era de gran complejidad intelectual, era extenuante. En España se detectó una feminización de la labor por virtudes de paciencia y tolerancia y sumisión, similar a lo que pasó en Costa Rica.

En el ámbito del sector público el principal es precisamente el de las maestras, pues la educación fue quizás el medio por excelencia a través del cual la mujer se incorporó mayoritariamente a dicho sector.

No obstante, en el caso de las maestras, si bien su labor implicaba un cierto prestigio y respeto social, predominaba una visión según la cual su trabajo era concebido como una extensión social de su papel maternal. Hubo debates sobre su estado civil y maternidad en relación con el ejercicio de la docencia, y de hecho la docencia frecuentemente duraba solo lo que duraba la soltería y acababa con la maternidad.


Conclusiones

Apenas el estudio es inicial, hay que profundizar lo que sin duda podría enriquecer y contribuir a comprender mejor la incipiente clase obrera costarricense de principios del siglo XX, ya que patentiza el hecho de que dicha clase obrera no sólo estaba constituida por varones, sino también por un importante componente femenino, cuya participación histórica en la conformación de nuestra sociedad ha sido generalmente ignorada o acallada por el anonimato y la "invisibilidad".

Para además poder responder preguntas como: ¿qué significaba ser obrera en la Costa Rica de principios del siglo XX? Implicaba, al igual que en el caso de los obreros, ¿ser un productor urbano del sector secundario, como característica dominante?

De momento vemos que eran labores manuales con un bajo nivel de calificación.

De esta manera, el ocupar un lugar subalterno dentro de la jerarquía social hizo posible, o al menos facilitó el establecimiento de una división del trabajo en la que la mujer fue relegada generalmente a las labores menos especializadas, pero que requerían de ciertas "habilidades" especiales para llevarse a cabo. Tales labores, al estar ligadas de un modo u otro con las tareas desempeñadas por la mujer en el hogar, se consideraban socialmente como de un estatus menor, aplicándoseles una remuneración diferencial.