sábado, 26 de octubre de 2024

El descubrimiento de la infancia

Philippe Aries, “El descubrimiento de la infancia.” En: Philippe Aries, El niño y la vida familiar en el antiguo régimen. Taurus, 1992. pp. 57-76. 


En el siglo XI los niños eran representados en pintura como hombres más pequeños. Ello sugiere que la infancia no tenía interés ni realidad alguna. 

Ya en el siglo XIII se ven representaciones más cercanas al sentimiento moderno, como ángeles adolescentes, el niño Jesús o la Virgen Niña. En el siglo XIV el arte italiano vinculará afectivamente al niño Jesús con su madre y ya no aparecer como solo un pequeño sacerdote - Dios. Hacia finales de la Edad Media el niño se desviste.

En el arte medieval, el alma estará representada por un niñito desnudo y generalmente asexuado.

Hacia el siglo XV estas representaciones evolucionarán con aspectos sensibles y graciosos propios de la infancia: juego, buscar a la madre, etc. Tardará en reflejarse en arte fuera de lo religioso. Se multiplica luego, no solo las escenas sino los personajes: hasta Juan el Evangelista y Santiago el Mayor de niños.

Los niños aparecen entonces en escenas de la vida de adultos (trabajo, comida, etc.), y su presencia era agradable y bienvenida. Hoy tendemos a separar ambos mundos.

La infancia era un momento, un pasaje, como las estaciones. No hacía falta grabarlo en la memoria o en objetos. Además, por la alta mortalidad, se engendraban muchos para conservar algunos.

Más bien resulta notable el cambio de significado de la infancia en momentos en que aún la demografía era desfavorable a los niños, que se deseara conservar el recuerdo de un niño muerto (retrato) cuando había despilfarro demográfico, el cual no desaparecerá sino hasta el siglo XVIII con el maltusianismo y las prácticas anticonceptivas.

Durante el siglo XVI hubo tradición de donar vidrieras a Iglesias, representando a su familia, incluyendo a los hijos muertos.

Manneken Pis, 1619 bronze

Los retratos de niños aislados de sus padres son escasos hasta comienzos del siglo XVII. Se empieza a conservar el fugaz momento de la infancia. También comienzan a representarse niños o sus partes corporales en exvotos.

Aunque las condiciones demográficas no hubieran cambiado mucho entre el siglo XIII y el siglo XVII, aparece una nueva sensibilidad que otorga a esos seres frágiles y amenazados: se descubre que el alma del niño es también inmortal, lo que sucede en el marco de una mayor cristianización de las costumbres.

Otra de las representaciones en la Edad Media es el putto (el niño desnudo), el Eros helenista recuperado.

El ángel-monaguillo medieval se transforma en putto. Al igual que el niño medieval, el niño sagrado (putto) no fue en los siglos XV y XVI un niño real, histórico. Frecuentemente se representan en sus juegos. Normalmente se cubría su desnudez en las partes genitales con elementos como nubes, telas, etc., aunque hay representaciones totalmente desnudos.

Hacia el siglo XVII los retratos de familia comienzan a organizarse alrededor del niño, como centro de la composición.

Incluso en literatura se empiezan a usar palabras de la niñez, realmente de la jerga de las nodrizas, como toutou (perro) o dada (caballito).

Es el origen del descubrimiento de la niñez, de sus modales y de sus balbuceos.