lunes, 24 de marzo de 2025

Estructura y proceso

Gaddis, John L. “Estructura y proceso.” En El paisaje de la historia, 59-79. Barcelona: Anagrama, 2002.


El paisaje histórico es inaccesible. Es como un experimento al que no llega a ver pero sabe por referencias, y quedan algunos residuos (Bloch).

El tiempo y el espacio proporcionan el campo en el que la historia sucede, la estructura y el proceso proporcionan el mecanismo.
Para los geólogos, por tanto, la distinción entre estructura y proceso corresponde a la distinción entre presente, en el que las estructuras existen, y pasado, en el que los procesos les dieron origen. ¿Es así también para los historiadores? Ésta es la cuestión que quisiera explorar aquí.

¿La Historia es ciencia? La respuesta no es sencilla.

La ciencia tiene una cualidad que la privilegia respecto de todos los otros modos de investigación: la de haber mostrado más capacidad que los demás para producir acuerdo sobre la validez de los resultados en diferentes culturas, en distintas lenguas y entre observadores muy dispares. 

Marc Bloch veía en la ciencia un modelo para los historiadores, pero no porque creyera que los historiadores se estaban haciendo, o debían hacerse, más científicos sino porque veía que los científicos se hacían más históricos.

Al descubrir que lo que existe en el presente no ha existido siempre en el pasado, que los objetos y los organismos evolucionan a través del tiempo, en lugar de permanecer siempre exactamente iguales, los científicos comenzaron a derivar estructuras a partir de procesos: en resumen, habían introducido la historia en la ciencia.

En ciencia, la clave del consenso es la reproductividad: se espera que las observaciones realizadas en condiciones equivalentes, con independencia de quien las lleve a cabo, produzcan resultados aproximadamente correspondientes. Desde este punto de vista, como es obvio, el método histórico nunca puede aproximarse al científico.

Pero no todas las ciencias funcionan de esta manera. En otras la reproductibilidad significa construcción del consenso de que esas correspondencias son verosímiles. En esto es en lo que coinciden aproximadamente el método de los historiadores y el de los científicos, al menos el de los científicos para quienes es imposible la reproducción en el laboratorio. Pues los historiadores también comienzan con estructuras supervivientes, ya sea en archivos, en artefactos o incluso en recuerdos. Luego deducen los procesos que las produjeron. 

Inicia con una estructura superviviente y a través de experimentos mentales, busca deducir los procesos que han dado origen a esa estructura: replicabilidad virtual.

Por tanto, en la historia, como en la ciencia, la imaginación debe estar limitada y disciplinada por las fuentes, y esto es precisamente lo que la diferencia de las artes y todos los otros métodos de representación de la realidad.

Para lograr su objetivo también hay una particular secuencia de procedimientos a seguir.

Primero conexión con la realidad, luego comparar la evidencia con lo que se sabe (y lo que se imagina) para hacer representaciones (redefinir el problema y cambiar de dirección) y luego persuadir de ellas con pares que verificarán si hay una adaptación adecuada entre teoría y experimento.

Se ha vuelto a poner de moda el término consiliencia: coincidencias inesperadas de resultados a los que se llega a partir de aspectos muy distantes de un mismo tema (William  Whewell). Una visión holística y universal. El autor propone más bien un término de adaptación recíproca.

Recomienda a los historiadores justificar mejor su existencia, legitimarse como forma de conocimiento, defender sus métodos. La inocencia metodológica lleva a la vulnerabilidad metodológica. No estamos siendo científicos cuando nos resistimos a jerarquizar las causas y rechazamos el uso de una jerga específica. Defensa: no todos los científicos jerarquizan causas.