sábado, 21 de septiembre de 2024

La aliancistas: mujeres participan en la lucha política desde la izquierda

Las mujeres del Partido Vanguardia Popular en la constitución de la ciudadanía femenina.

Patricia Alvarenga



Se estudia la participación de las mujeres del Partido Vanguardia Popular en la formación de la ciudadanía femenina entre 1952 y 1983 y la organización Alianza de Mujeres Costarricenses (más aquí y aquí), actualmente liderada por Ana Cecilia Hernández Bolaños. Se estudian las estrategias de la Alianza para conseguir el apoyo de las mujeres de los sectores populares, hasta ahora invisibilizada hasta por las estudiosas de las organizaciones de mujeres comprometidas con la transformación de género, por la asunción implícita de que con anterioridad a estas no existieron organizaciones que valga la pena considerar.

La Alianza aunque no cuestionaba la dominación patriarcal, se dedicó por treinta años al desarrollo de la ciudadanía femenina.


Mujeres y participación política en la primera mitad del siglo XX

Hasta 1949 en que se aprueba el derecho al voto de las mujeres su participación fue reducida y subordinada a los hombres en el espacio público.

Hubo un discurso de inclusión y participación que a la vez era de exclusión por el reforzamiento de las características propias de la feminidad que justificaba la exclusión de la toma de decisiones.

Tuvo como espacios de participación la Iglesia, la beneficencia, la educación primaria y el Patronato Nacional de la Infancia.

En lo privado mayoritariamente se dedican a oficios domésticos y en lo público en docencia.

La Liga Feminista (1923) dirigió la lucha sufragista al Parlamento. La lucha por el voto marginó otras luchas relacionadas con la igualdad femenina en lo laboral, educativo y judicial, y al aprobarse el voto femenino, se diluyó esta organización, justo cuando más se necesitaba la creación de una ciudadanía femenina.

Vanguardia Popular asumió la lucha por el sufragio femenino y desbordó a las sufragistas. Hasta ese momento la izquierda no lo apoyaba por temor a romper la unidad de la clase trabajadora y por ser una forma de legitimar el sistema político vigente.


Las aliancistas

1949 se crea la organización de mujeres Carmen Lyra, con un órgano de prensa Nosotras. En 1952 pasa a llamarse Alianza de Mujeres Costarricenses y sustituyó su medio de prensa Nosotras por Nuestra voz. Contó con espacios en Adelante, el órgano de prensa del Partido Vanguardia Popular que a partir de 1962 se llamó Libertad. De alguna forma la AMC estaba destinada a llenar el vacío de la Liga Feminista. Contribuyó a la cedulación de las mujeres. Pero no se orientó a retar la cultura femenina sino que se basó en ella para su estrategia política (recetas, belleza, rifas, bordados, temas de maternidad, etc.) El mensaje era que el trabajo político no implicaba abandonar las tareas domésticas. hacían visitas a barrios pobres (y era inevitable verlos con el ojo femenino de la limpieza - o ausencia de ella -hogareña), bananeras, con vendedoras ambulantes. Sólo muy tardíamente se reflexiona sobre el enfrentamiento al poder masculino.

Es clara la influencia soviética y reiteradamente participan en congresos y eventos, pero siempre con la visión de la mujer como madre y la protección de la niñez.


Las ciudadanas como madres y esposas

Hay pocas referencias a las contradicciones de género, pero se abordan más como necesidad de reconocimiento que como intención de lucha contra ese orden y más como un problema de pareja. La ciudadanía femenina se vincula siempre a adjetivos maternales o de familia, mientras que la ciudadanía masculina está libre de adjetivos.

Lidió con el dilema de que debía luchar por reivindicaciones obreras con personas que estaban excluidas de la vida laboral, por lo que se promovió la mujer trabajadora, pero sin descuidar su rol del hogar.

Hacia 1970 empieza a reducirse esa visión y en el orden de los atributos femeninos, la maternidad ya no es lo principal o lo primero en ser mencionado, pero se notan muchas contradicciones al alabar su libertad de los roles tradicionales con el fin de apoyar a los revolucionarios (hombres).


En diálogo con las mujeres pobres

Para la AMC el problema de la subordinación femenina se empieza a arreglar con su trabajo productivo. El feminismo costarricense que alimentó las luchas sufragistas abogó por una participación política femenina, pero dejó incólumes los conceptos básicos de los que se nutrían las relaciones de género. Se reafirma la maternidad como el valor primario y esencial de la mujer. La subordinación sexual se transforma en instrumento de resistencia al ser interpretada como superioridad moral (maternidad = abnegación, sacrificio, estoicismo, es decir purificación y por ende superioridad moral). También la docilidad como atributo positivo de las mujeres.

Las visiones revolucionarios de género no aparecen sino hasta los años 80 del siglo XX y la visualización de la maternidad como un constructo social. 

Mientras tanto, la participación se justificaba también con argumentos como no saber de política pero sí cómo les afecta en su hogar las decisiones políticas.

El hombre se integra en la lucha política como ser independiente, mientras que la mujer lo hace como extensión de su hogar, como las que llevaban a sus hijos a la participación política, en el fondo están llevando el hogar consigo. Los hombres luchaban por sus derechos, las mujeres por los de su familia.


El control de la natalidad y el feminismo en su proyecto político

En principio la AMC se opuso al control de la natalidad y al nuevo feminismo. Atribuyeron al primero un plan imperialista para disminuir la población. Al nuevo feminismo lo calificaron de snob y circunscrito a círculos pequeño burgueses como si una mujer con todos los privilegios tuviera el derecho de quejarse de que no se ha liberado.

En 1983 se encuentran ya conceptos del nuevo feminismo en las comunicaciones de la AMC, como “sociedad patriarcal” que precede a la constitución de clases sociales. Pero continúa llamando a las mujeres al “derecho de que nazcan nuestros hijos”. La retórica del control de su cuerpo era apenas visible.


Se organiza a las mujeres

La AMC se proponía mostrar a las mujeres que ellas tenían capacidad para organizarse, y que, a través de la organización, podrían transformar sus condiciones de existencia. Pero fue limitado porque por cada 4 hombres había una mujer hacia el final de la existencia del Partido Vanguardia Popular. Apoyaron luchas comunales por un parque o una escuela, y en su medio compartían testimonios de logros por la organización política (como la figura de Dulce María, luchadora y madre, sin formación educativa).


¿Cómo concebía la AMC la incorporación de la mujer a la lucha política?

Si bien es cierto se concibió la participación sindical como forma de creación de conciencia clase, este fue limitado en el sector privado y de todos modos muchas mujeres no tenían empleo remunerado. Las luchas comunales y cívicas fueron el espacio idóneo para la mujer por su rol como madres y esposas.

No se llama a una lucha frontal contra el sistema sino a mostrar que la participación política permite logros en el corto plazo y que vale la pena ser agentes de cambio en la mejoría de los servicios públicos, bibliotecas y centro recreativos para jóvenes, expansión de kinder y casa-cuna. Apoyaron la creación del sindicato de empleadas domésticas. Se apoyaban en amistad o buenas relaciones con las diputadas. Vivienda y guarderías infantiles fueron dos áreas de muy fuerte participación.


Las luchas por vivienda

El deseo de casa propia era omnipresente. La creación del INVU ofreció un marco institucional para esas luchas.

Las invasiones de terreno y la ocupación en precario fueron frecuentes. No fueron las creadoras de las luchas por vivienda sino que ya existían y las fomentaron.

Reclamaban al INVU la creación de ciudadelas alejadas del centro, y las cuotas que pedían eran muy altas.

Denunciaron el uso de fondos públicos para préstamos de vivienda a los ricos.

La táctica siempre fue empujar a las instituciones hasta el límite a la vez que apoyar el fortalecimiento del Estado para que las instituciones cumplieran su función de forma más efectiva.

Hacia la década de los 80, intervienen organizaciones trotskistas y el Centro Feminista de Informacioón y Acción (CEFEMINA aquí y aquí) en una gran movilización por la vivienda incluso llevando a niveles de polarización social.


Las guarderías infantiles

Estela Peralta conoció en 1963 las guarderías infantiles en México. Alicia Albertazzi había conocido en la Unión Soviética en 1956 las casas-cuna. La AMC impulsó esa lucha por la íntima relación que establecía entre el trabajo productivo y la liberación de la mujer.

Hojas con firmas, panfletos y publicaciones, asambleas de madres y su capacidad de influencia en oficinas como la Oficina de Bienestar Social, la CCSS, el Ministerio de Trabajo y Previsión Social, Municipalidades y la Asamblea Legislativa fueron sus herramientas políticas. Hubo unas casas logradas. Luego se aprobó la creación de Oficina de Hogares-Escuela en 1968, en 1972 se creó el Comité Pro Casas-Cuna, integrándolas a las CCSS. En 1976 había 100.000 mujeres con trabajo remunerado y solo 10 guarderías de entre 40 a 70 niños.

En 1977 mediante los fondos de asignaciones familiares se potencian los Centros de Nutrición y la creación de los Centros Infantiles de Atención Integral (CINAI) que en 1992 sumaban ya 574.

Se da en la coyuntura de una rápida incorporación de las mujeres en la vida laboral. Se ha invisibilizado este logro como si fuera simplemente voluntad estatal ignorando la lucha de las aliancistas.


El auditorio de las aliancistas

Alicia Albertazzi comenta que fue difícil la lucha porque las mismas mujeres se oponían, decían que era propio de países comunistas donde el Estado se apropiaba de los niños. El discurso anticomunista era fuerte y frenaba iniciativas por lo que se abstuvieron de un lenguaje radical: en vez de militantes, afiliadas, por ejemplo.

Tal vez influyó además ideas sobre la propia responsabilidad y preferían las mujeres ver cómo hacían y esa cultura no fue aprehendida por la AMC y cuestiones de baja autoestima. La organización de las mujeres amas de casa fue un reto difícil para la AMC.

El Valle Central era un terreno difícil, Puntarenas (Chacarita) y las bananeras eran mejores.

Parecía abarcar mucho territorio pero había unos cuantos comités que funcionaban sin poder crecer.

Problemas de conflictos de clase y abuso de poder de las altas jerarquías comenzaron a aparecer: por ejemplo mujeres con niños se quejaban de haber sido usadas para encabezar protestas como forma de impedir la violencia de la represión policial o ataques del Movimiento Costa Rica Libre.


Conclusiones

Las aliancistas no cuestionaron las relaciones de género sino que se apoyaron en ellas para justificar la participación de las mujeres, como la idea de la madre capaz de enfrentar el mundo.

El sufragio no era tan importante ya que comprendían la participación política de forma diferente, integrando a las mujeres a las organizaciones sindicales, ciudadanas y comunales.

La construcción patriarcal del Partido limitaba la capacidad de acción de las mujeres con sus bases.

La masiva participación no necesariamente se transmuta en la constitución de nuevas subjetividades caracterizadas por una constante participación en la vida política: luchadoras, al conseguir el objetivo, se repliegan y vuelven a su vida cotidiana de obedientes ciudadanas.