sábado, 5 de octubre de 2024

Mujeres y su participación laboral

Participación de las mujeres en el trabajo remunerado en Costa Rica en el período 1950-1997


Ana Lucía Rodríguez Espeleta

Carlos Rafael Rodríguez Solera


En la novela Mi Madrina de Carlos Luis Fallas se relata las dificultades de una mujer soltera en la época de gran división del trabajo, donde el hombre era responsable de traer ingresos y la mujer del hogar.

El artículo se centra en las labores remuneradas de las mujeres y las labores que aunque no sean remuneradas son fuera del trabajo doméstico. Se analiza según los modelos económicos luego de 1950.

Antes de esa época había un modelo agroexportador que imponía serios límites a la división social del trabajo, a la diversificación económica y al desarrollo del mercado interno.

En 1927 el 63,5% de la población económicamente activa trabajaba en agricultura, 12,4% en la producción artesanal, un 14% en transporte, comercio, vigilancia, limpieza y cocina y solo un 7% desempeñaba puestos administrativos, docentes y profesionales. Solo 8,4% eran mujeres y sobre todo en la producción artesanal (pureras, cocineras) y cocineras, niñeras, empleadas domésticas y maestras de primaria.

Luego del 48, se duplica puestos administrativos, docentes y profesionales pasando a ser un 14,6% en 1973.

El sector servicios pasa de un 26% en 1950 a 45% en 1984.

No ocurre una fuerte industrialización pero sí un crecimiento enorme del Estado. En 1950 eran un 6,2% los servidores, pasa a 18,5% en 1980 y a 25,9% en 1995. El Estado fue el mayor agente de modernización y el principal empleador de profesionales con un 75,4% de los profesionales en 1980.

En cuanto a la oferta laboral, hubo un crecimiento demográfico enorme y con ello el aumento de la población en edad activa, sobre todo en los años 70. Aumentó la participación femenina sin que disminuyera la masculina. Hubo una mayor permanencia de los jóvenes en el sistema educativo.

Hubo crecimiento urbano y migración por pérdida de importancia del agro y surgimiento de relaciones capitalistas en el campo costarricense. San José creció 19 veces entre 1945 y 1980.

En Costa Rica al igual que el resto de Latinoamérica hubo un crecimiento en la participación de las mujeres en la economía, con un crecimiento anual del 4,7% entre 1970 y 1980. La población masculina creció solo un 2,8% anual en ese período.

También hubo un cambio en cuanto a los roles desempeñados. En 1950 casi la mitad (45,4%) de las mujeres desempeñaban labores como empleadas domésticas o similares, pero igual en 1950, el 53,7% de los profesionales eran mujeres (principalmente educadoras). Hubo hacia 1980 una mayor incorporación de mujeres en labores no manuales, pero con desventaja salarial.

Luego de la crisis de 1980, la incorporación en la economía mundial y exportación y la redefinición del papel económico del Estado,  esto cambia y hay una mator incorporación de las mujeres pero en el sector informal. Entre 1980 y 1986 pasó de 24% a 26% la participación de las mujeres y de 1987 a 1997 pasó de 29% a 34% (Se refiere a tasa neta de participación que es la relación entre la población de mujeres económicamente activas (Población Económicamente Activa) y la población de mujeres mayores de 12 años (Población en Edad Activa). Tanto en el sector privado como público hubo ese aumento. Y en puestos directivos y comerciantes. En industrial bajó un poco. En lo público el mayor crecimiento se dio en las autónomas. Creció, además de lo anterior, su participación en el trabajo no remunerado, lo que se relaciona con un crecimiento de participación en el sector informal, la cual fue mayor en mujeres que en hombres.

Incluso en medio de un proceso de descampesinización, la participación de las mujeres aumentó en la categoría de familiar no remunerada.

Igual si se observa la tasa de subutilización de la fuerza de trabajo, ésta ascendió para las mujeres a 15,2% y para los hombres a 12,2% en 1997.

Las tasas de desempleo abierto y subempleo visible son mayores para las mujeres. Subutilización es la suma de desempleo abierto, subempleo visible y subempleo invisible. El subempleo visible es el trabajo menor a 47 horas semanales. El subempleo invisible es el trabajo con remuneración menor al mínimo minimorum, laborando 47 horas semanales o más.


Los datos muestran además que dada una misma inserción en el mercado de trabajo, en términos de ocupación y categoría ocupacional, las mujeres perciben menor ingreso que los hombres. Esto podría evidenciar no sólo discriminación sino división sexual del trabajo, influida por el rol de maternidad o del hogar que impide trababajr a tiempo completo fuera del seno familiar. Según el Estado de la Nación (1998) las mujeres laboran 10 horas menos que los hombres en promedio. La diferencia salarial por sexo es menor en el sector público, lo que se puede explicar por haber criterios objetivos más claros.

Dado que está documentado en muchos países estas diferencias la indagación debe ser hacia sus causas y no hacia si sucede o no. Una causa es que las mujeres son relegadas hacia los peores empleos, habiendo una concentración en ocupaciones de baja remuneración, pero esto podría no explicar las diferencias en los “mejores empleos”.

El Estado de la Nación (1998) encuentra que en ocupaciones con niveles de calificación similares, las mujeres tienen ingresos por hora inferiores a los hombres.

En Costa Rica no hay una concentración de mujeres en los peores empleos, más bien están sobre-representadas en los grupos de clase media y subrepresentadas en los de clase baja.

En las categorías de “patrono” o “cuenta propia” es donde las brechas de ingreso son mayores.

También está el factor de la inversión y desarrollo del capital humano. Los varones invierten más, por ello podría no haber discriminación sino que lso mejores prepasrados ocupan mejores puestos, pero esta epxlicación no sería satisfactoria en nuestro país ya que en general las mujeres cuentan con mayores niveles de escolaridad.

Otro factor es la edad. En Italia se encontró que las mujeres tienen más una breve permanencia en el trabajo por lo que suelen ser empleadas más jóvenes. Pero en Costa Rica aunque los jóvenes siguen siendo los peor pagados, lo que no ocurre es que las mujeres sean siempre las más jóvenes trabajadoras.

Vistas todas estas posibles explicaciones que son insatisfactorias, considera en el artículo que podría relacionarse con problemas de la capacidad del mercado y la diferencia que persiste entre sexos y son las responsabilidades en la esfera de la reproducción: las mujeres deben hacer elecciones para acomodar su carrera a las necesidades familiares en una forma en la que los hombres no tenían que hacerlo.

Ese obstáculo se vería comprendido dentro del subempleo invisible. Falta más investigación pero con lo que hay se puede hacer una idea de la influencia de las actividades reproductivas en la brecha salarial. Entre más jóvenes son, las brechas son ínfimas, luego suben.

El mercado laboral no se puede analizar solo como oferta y demanda sino que influyen el poder y la división en clases o géneros.


  • Modelo agroexportador: participación mínima.

  • Modelo desarrollista estatista: fuerte incorporación incluso en trabajos altos y buenos. Crece la clase media.

  • Crisis y ajuste: pierden ventaja, crece en campesinado la mujer como familiar no remunerado, sector informal y por cuenta propia.

  • Brecha: relacionada con roles asociados a la reproducción, pero falta investigar.