lunes, 17 de marzo de 2025

Ahora más que nunca

Hunt, Lynn. “Ahora más que nunca”. En Historia, ¿por qué importa?, 9-37. Madrid: Alianza Editorial, 2019.


¿Cómo puede fundarse la certeza en la Historia? Hay falseamiento como la negación del Holocausto. El falseamiento descarado de la historia se ha hecho hoy más frecuente debido a la influencia de los medios sociales. Y, ante esta situación, insistir en la verdad histórica ha llegado a convertirse en un acto necesario de coraje cívico.

El popular historiador francés Jules Michelet fue destituido de su puesto de profesor por el gobierno de Luis Napoleón Bonaparte en 1851 porque los estudiantes solían salir de escuchar sus trepidantes lecciones gritando proclamas en contra del gobierno. En 1940, la revista Time informaba de que el autor de un popular libro de texto de historia, Harold Rugg, había sido acusado de ser un comunista que describía Estados Unidos como una tierra de desigualdad de oportunidades y conflicto social.

A mediados de agosto de 2017, la disputa pública a propósito del destino de una estatua del general confederado Robert E. Lee terminó en un estallido de violencia en Charlottesville, Virginia. Del mismo modo que hubo estudiantes de la Universidad de Yale que quisieron cambiar el nombre del Calhoun College por ser este el de un político que defendió la esclavitud. Tras la derrota de Hitler, los aliados ordenaron la destrucción inmediata de todos los símbolos nazis; tras la caída de la Unión Soviética, las multitudes derribaron monumentos a Lenin y a Stalin desde Ucrania a Etiopía; una estatua de bronce de Sadam Husein fue desmantelada en 2003 durante la invasión dirigida por Estados Unidos; en 2008 se retiró la última estatua del dictador Franco que quedaba en España, y, por retroceder más de dos siglos, algunos días después de la promulgación de la Declaración de Independencia en 177 6, los neoyorquinos derribaron una estatua ecuestre del rey Jorge III. 

Los líderes de la Revolución Francesa argumentaron que, en tanto que los símbolos del feudalismo y la monarquía podían ser destruidos con legitimidad, aquellos que llevasen inscripciones en latín o cualquier cosa compatible con el espíritu de la igualdad debían ser protegidos. De hecho, los revolucionarios ya habían establecido el primer museo nacional de arte del mundo en el palacio del Louvre en 1793 con obras confiscadas a la corona, a la iglesia y a los aristócratas que habían emigrado.  En suma, vandalismo y conservación pueden ir de la mano.

Los libros de texto de historia son revisados continuamente, pero ello no hace sino volverlos más polémicos. Los libros de texto hablaban de triunfos o tragedias nacionales, pero raras veces de los errores o las fechorías de un gobierno o un pueblo. La Guerra de Secesión y la esclavitud en Estados Unidos proporcionan ejemplos excelentes. Los manuales de historia estadounidenses anteriores a la Guerra de Secesión no defendían la esclavitud, sino que presentaban una nación en la que fuerzas antiesclavistas y proesclavistas podían coexistir. La Guerra de Secesión y la esclavitud en Estados Unidos proporcionan ejemplos excelentes. Los manuales de historia estadounidenses anteriores a la Guerra de Secesión no defendían la esclavitud, sino que presentaban una nación en la que fuerzas antiesclavistas y proesclavistas podían coexistir.

Los libros de texto llegan en una fase relativamente tardía del proceso de construcción de las memorias nacionales. Las huellas materiales de los acontecimientos del pasado primero han de ser reunidas y organizadas. Hasta que el dictador militar Francisco Franco murió en 1975, fue imposible investigar con rigor los asesinatos que se produjeron durante la guerra civil de 1936-1939, y mucho menos exhumar los cadáveres de los republicanos, calumniados como «rojos», que fueron ejecutados sin juicio y enterrados en fosas comunes.

Hasta que el dictador militar Francisco Franco murió en 1975, fue imposible investigar con rigor los asesinatos que se produjeron durante la guerra civil de 1936-1939, y mucho menos exhumar los cadáveres de los republicanos, calumniados como «rojos», que fueron ejecutados sin juicio y enterrados en fosas comunes. La recuperación de la historia ha sido importante en la práctica totalidad de los ejemplos de transición entre distintos regímenes.

El interés público por la historia no está creciendo, sino agigantándose. Técnicas están transformando tanto los museos de historia como la exhibición de lugares históricos. E incluso allí donde la virtualización de espacios no se ha empleado aún, los objetos materiales se exponen de maneras pensadas para asegurar al espectador tanto la autenticidad como la inmediatez de la experiencia. Por otra parte, los historiadores profesionales llevan mucho tiempo mostrándose críticos e incluso desdeñosos con las recreaciones históricas y las experiencias históricas virtuales, pues estas dan prioridad a la identificación empática del espectador con las gentes del pasado antes que al conocimiento más profundo de contextos y causas.


** Auge de Historia Pública (Wikipedia): La historia pública (o "historia aplicada") es un término utilizado para describir actividades orientadas a construir puentes entre el trabajo de los historiadores académicos y los intereses de diferentes tipos de audiencias públicas. Entre las actividades de preservación, interpretación y presentación del conocimiento histórico, en contextos de la esfera pública.1​ como los museos, las bibliotecas, la escuela y el espacio público, su principal objetivo ha sido relacionado con la democratización y difusión del conocimiento histórico,2​ es decir, con la ampliación de sus formas de acceso, uso y apropiación social2

La historia pública ha sido relacionada con ámbitos como los estudios sobre la memoria histórica, la divulgación patrimonial, la recreación histórica, la historia oral, la historia local, la historia popular, y la preservación de archivos. Quienes practican la historia pública se desempeñan como profesores, consultores históricos, profesionales en museos, bibliotecas y archivos, historiadores gubernamentales, archivistas, historiadores orales, gerentes de proyectos culturales, curadores, productores audiovisuales, intérpretes y mediadores históricos, conservadores, consultores de política pública, historiadores locales y activistas sociales y comunitarios.13​ En ese desarrollo práctico, se resalta el desarrollo colaborativo y mancomunado, entre miembros de la academia y la ciudadanía, de narrativas históricas


El público merece que los acontecimientos y procesos históricos se le presenten del modo más riguroso posible y, además, de una manera que consiga atraer su atención. La cuestión es saber encontrar el equilibrio entre rigor y habilidad. Lo que nos conduce al problema de la verdad histórica y de la mejor manera de determinarla.