viernes, 14 de marzo de 2025

Ponting, Clive. Historia verde del mundo. Madrid: Paidós, 1992. Capítulos 3 y 4 (pp. 39-104). CAPÍTULO 3.

Ponting, Clive. Historia verde del mundo. Madrid: Paidós, 1992. Capítulos 3 y 4 (pp. 39-104).

CAPÍTULO 3

Noventa y nueve por ciento de historia de la humanidad

Excepto en los últimos milenios, los seres humanos han obtenido su subsistencia en sus dos millones de años de existencia a través de una combinación de recolección de productos alimenticios y de caza de animales. Prácticamente en todos los casos los pueblos vivieron en pequeños grupos nómadas.

La característica distintiva del Homo erectus es el gran tamaño del cerebro, de casi 1.100 centímetros cúbicos (casi tres cuartas partes de la capacidad humana moderna). Probablemente aparecieron en África, aunque siun esqueleto de Java está datado correctamente en aproximadamente 1,9 millones de años esta teoría podría necesitar una revisión.

Los datos arqueológicos de que disponemos sugieren que sobrevivieron hasta hace unos 100.000 años, fecha de que datan los primeros esqueletos anatómicamente modernos descubiertos en el este y el sur de África, llamados en un alarde de inmenso autohalago Homo sapiens. Hace aproximadamente 30.000 años había tipos humanos plenamente modernos (Homo sapiens sapiens) extendidos por todo el mundo.

Hay un nuevo enfoque de estudio sobre las herramientas. En lugar de coleccionar grandes cantidades de herramientas de piedra e intentar clasificarlas en diferentes «culturas» basándose en discrepancias marginales en la forma de construirlos o comparando los distintos tipos de herramientas hallados en diversos lugares, prefiere intentar comprender, a menudo tomando como ejemplo a grupos contemporáneos, para qué tarea se fabricaban las herramientas, qué actividades se llevaban a cabo en los diferentes emplazamientos.

Pocas horas al día de algo de cacería y mucha recolección, con suficientes nutrientes y con tiempo para el ocio y actividades ceremoniales, dependen además del clima.

El desarrollo gradual de las sociedades humanas y la expansión de los asentamientos por todo el globo en medios diferentes se puede resumir en cuatro rasgos básicos que diferencian a los seres humanos de otros primates. Fundamental para todo el progreso fue un aumento del tamaño del cerebro. Una segunda ruptura vital (ya presente hace tres millones y medio de años) fue la capacidad de permanecer completamente erguido y sobre dos pies. El tercer rasgo era el uso del habla. El cuarto rasgo fue fundamental para el asentamiento de los seres humanos por todo el mundo: la adopción de medios tecnológicos supone vencer las dificultades que impone un medio ambiente hostil.

Sobre el dominio del fuego la primera evidencia clara, y ampliamente aceptada, data de hace unos 500.000 años.

No fue hasta el último período glacial largo que empezó hace unos 80.000 años y duró hasta hace aproximadamente 12.000 años, cuando tuvo lugar la primera ocupación permanente de Europa.  Dado el bajo nivel de vida vegetal, el permafrost o hielo permanente, y por tanto el limitado papel que podía desempeñar la recolección en la base de subsistencia, los seres humanos dependían de estas grandes manadas de animales para su existencia, lo que estimuló un grado mucho mayor de integración social jamás logrado hasta entonces por los grupos humanos.  A medida que el hielo se fue retirando lentamente, las manadas se trasladaron de forma gradual hacia el norte, eliminando la tundra conforme mejoraba el clima. Toda la base de subsistencia de los seres humanos que habitaban la zona se derrumbó y se vieron en la necesidad de efectuar una serie de grandes ajustes para conseguir la comida en un medio ambiente radicalmente distinto. Se dio mayor importancia a la recolección en el ecosistema más rico que había producido un clima más benigno, y al uso de animales más pequeños que vivían en medios arbolados, a la pesca y a recursos marinos como los crustáceos. Europa fue también una de las áreas que contempló un significativo avance de la tecnología humana con la aparición de nuevas técnicas de fabricación de herramientas y también con el uso de nuevos materiales. El asentamiento permanente en Europa en un momento de condiciones climáticas extremadamente severas fue un logro humano de capital importancia y un indicio de un creciente control humano sobre el medio ambiente. Ello fue posible gracias a la combinación de la adopción de nuevas tecnologías y de un tratamiento más sofisticado de los animales.

La aparición de asentamientos en América fue prácticamente la última fase del desplazamiento de los seres humanos por el globo. En las planicies de Norteamérica, dada la falta de una amplia variedad de plantas para la recolección, la subsistencia dependía de la explotación de grandes manadas de bisontes y otros animales. En las áreas tropicales de Centroamérica y Sudamérica fue posible una forma de vida basada en los amplios recursos vegetales disponibles complementados con una pequeña cantidad de caza.

Hace unos 10.000 años, con el avance de la frontera humana por las Américas, prácticamente todas las partes del globo habían sido colonizadas. La fase final del asentamiento de los seres humanos por todo el mundo se produjo relativamente tarde en los océanos Pacífico e Índico.

En todas las zonas más importantes del mundo (excepto la Antártida) había ya asentamientos humanos. Los grupos dedicados a la recolección y la pesca se habían adaptado, a lo largo de cientos de miles de años, a todo tipo de medio ambiente del mundo, desde las áreas semitropicales de África hasta la Europa del período glacial, desde el Ártico hasta los desiertos del suroeste de África. Las técnicas de subsistencia utilizadas en estos diferentes medios variaban enormemente desde la dependencia de la recolección y la caza de pequeños animales hasta la conducción de manadas de renos, la caza del bisonte y la sumamente compleja mezcla de estrategias necesarias en el Ártico. Se asume a menudo que estos grupos vivían en íntima armonía con el medio ambiente y que el daño que hicieron a los ecosistemas naturales fue mínimo. Sin embargo, los recolectores y los cazadores no son en modo alguno pasivos en su aceptación de los ecosistemas, y muchas de sus actividades sí alteran considerablemente el medio ambiente y causan daños.

Aunque las intervenciones en un ecosistema natural son muy distintas a la agricultura, que supone reemplazar el sistema natural por otro artificial, nos descubren a los seres humanos modificando el medio ambiente, aunque sólo sea a pequeña escala y en emplazamientos limitados. Los grupos dedicados a la recolección y la caza pudieron incluso tener un impacto sobre las poblaciones de animales a escala continental. Muchas especies se extinguieron hacia el final de la última glaciación en un momento en que el cambio climático y el cambio consecutivo de los tipos de vegetación estaban afectando adversamente a los grandes mamíferos que habían habitado la tundra de la Europa central y del norte.

La envergadura de la extinción de las especies de Eurasia fue relativamente pequeña. En el resto del mundo fue masiva. En Australia, a lo largo de los 100.000 últimos años, el 86 por ciento de los grandes animales se han extinguido en una zona donde el impacto climático, y por tanto el efecto sobre los hábitos animales de los períodos glaciales, fue mínimo. La explicación más probable es la caza por parte de los grupos de aborígenes desde hace 40.000 años. Aun cuando los animales más grandes no eran cazados a gran escala, la alteración del ecosistema como consecuencia de la intervención humana —destruyendo los hábitats o matando a los herbívoros más pequeños de los que dependían los carnívoros— pudieron abocarlos muy fácilmente a la extinción. Igualmente notoria es la pérdida del 80 por ciento de los grandes animales en Sudamérica y la pérdida del 73 por ciento sufrida en el norte del continente.

Hace unos 10.000 años los seres humanos se habían extendido durante un período de unos dos millones de años desde su zona original del sur y el este de África a todos los continentes. La lenta expansión de la colonización humana dependió de una serie de procesos ligados entre sí.

A medida que los grupos humanos se alejaron de los trópicos, tuvieron que modificar drásticamente esta forma de vida y adoptar muchas técnicas distintas. Éstas iban desde la intensificación de la caza o la conducción de manadas de grandes animales hasta el sumamente complejo ciclo estacional de las actividades practicadas por los inuit del Ártico. Los cambios tecnológicos fueron vitales para permitir el asentamiento humano por todo el globo y se produjeron en varios frentes distintos, empezando por la producción de herramientas de piedra cada vez más sofisticadas y la introducción de nuevas armas como el arco y la flecha, pero incluyendo también el uso de cueros *y pieles para vestirse, la construcción de refugios hechos con materiales de muy diverso tipo y la adopción de técnicas más complejas de manipulación de los alimentos, como cocinar en hogares en lugar de con hogueras y moler nueces y semillas. El ritmo de desarrollo fue por supuesto muy lento y también desigual.

La forma de vida basada en la recolección y la caza fue sumamente estable y muy duradera. Durante cientos de miles de años ésta fue la única forma que tuvieron los seres humanos de conseguir del medio ambiente la subsistencia necesaria.

Después, hace unos 10.000 años, tras dos millones de años de una forma de vida sumamente estable y bien adaptada, los métodos humanos utilizados para conseguir alimento empezaron a cambiar en una serie de ámbitos repartidos por todo el globo. El ritmo de cambio aún era bajo pero mucho más rápido de lo que había sido en el pasado.