miércoles, 28 de agosto de 2024

Una reflexión posmoderna sobre la historia

Historiografía Moderna. Un manifiesto.

Luis G. De Mussy Miguel Valderrama.


Luis G. De Mussy y Miguel Valderrama, “Historiografía posmoderna.” En: Luis G. De Mussy y Miguel Valderrama, Historiografía posmoderna. Conceptos, figuras y manifiestos. Santiago: RIL editores, 2010. pp. 19-34.


En el último cuarto del siglo XX se produjo un desencanto o desilusión con la idea moderna de ciencia social. Se suma la crisis de posguerra, la presencia del lenguaje en las discusiones filosóficas contemporáneas, al abandono del estructuralismo, la crisis de las ideologías, y el auge y consolidación de lo que se ha llamado la sociedad en red.

Hay una crisis de representación.

Se desconfía de las nociones clásicas de verdad, razón, identidad, objetividad y universalidad.

El nuevo historicismo, la vuelta de la narrativa, y las nuevas formas de escritura de la historia son indicios de la crisis que afecta hoy a la disciplina.

Se sospecha que la elección del tipo de relato no es externa o exterior al significado de los acontecimientos.

 Desde los años 70 del siglo pasado ha habido un desplazamiento que se ha identificado como el “giro lingüístico”, por la creciente atención al lenguaje y la narrativa.

La vieja distinción entre ciencias nomotéticas (tienen por objeto las leyes lógicas, es decir, las ciencias de la naturaleza) y las ciencias ideográficas (estudio de los sucesos cambiantes), como la historia ha supuesto una amenaza a la identidad disciplinar de la historia. La alianza entre historia y humanidades fue rota a partir de la creciente hegemonía de la Escuela de los Annales.

Hay tres libros que ha abierto la discusión epistemológica de la historia: Comment on écrit l’histoire de Paul Veyne; Metahistory. The Historical Imagination in Ninteenth-Century Europe de Hayden White y L'écriture de l'histoire de Michel de Creteau. Son anticipadores de un cambio de paradigma.

Les une la influencia de Foucault y por ende la preocupación por interrogar las prácticas y dispositivos de la institución historiadora, por describir los  programas de poder y verdad.

El cuestionamiento a la institución que se adivina en la práctica historiográfica posmoderna, no tiene otra finalidad que desmontar las estructuras de poder que organizan los modos de enunciación y de representación de la Historia. Eso implica desmontar el conjunto de categorías que organizan ese mismo trabajo de crítica y análisis, de clínica y escucha (crisis categorial).

Es un llamado a interrumpir el trabajo representacional de la institución historiadora, que surge de la exigencia política de suspender los efectos normalizadores que la representación histórica comporta en cuanto a orden de significación.

La institución historiadora ha buscado independizarse de su condición literaria, pero atada a la palabra y a la prosa, está sujeta a un régimen de verdad que le impone un modelo narrativo de representación heredado del realismo literario de la gran novela del siglo XIX, aturdida por el nudo entre literalidad y acontecimiento. La noción de acontecimiento que definía lo moderno se encuentra alterada o conmovida en la espectralidad del presente.

Las transformaciones tele-tecno-mediáticas suponen transformaciones o fracturas inimaginables en los modos de registro, consignación, figuración, lectura e interpretación de los acontecimientos. Es una desmaterialización del acontecimiento.

Se divulga y repite la mediación del acontecimiento, y no es que el acontecimiento desaparece pero sí se relacionan e inciden mutuamente.

Todo esto sitúa a la historiografía en una crisis, sea posnacional, poscolonial o decolonial.

Bajo la designación de historia posmoderna no se busca otra cosa que presentar un amplio espectro de trabajos que tienen por común la idea de que es preciso abandonar el programa mimético en historiografía.

Esta mutación disciplinar no es una modernización, cambiar formatos o asumir “responsabilidad social”.  Busca llamar la atención sobre las políticas de enmarcamiento de reenmarcamiento de la disciplina histórica para interrumpirlas definitivamente.

Los tres textos antes indicados imponen una reflexión sobre el medio (la escritura y el texto histórico), el devenir de la historiografía posmoderna es una salida de marco. Atreverse de una buena vez a cortejar su propio fin.