Dotar de voto político a la mujer. ¿Por qué no se aprobó el sufragio femenino en Costa Rica hasta 1949?
Eugenia Rodríguez Sáenz
La historia tradicional ha contribuido a invisibilizar el aporte femnenino aunque la participación de las mujeres en la dinámica política tiene larga trayectoria. Se ha invisibilizado como pasivas, sumisas, domésticas y como si el voto fuera una concesión de los partidos hacia ellas.
El acceso ha sido fruto de una larga y ardua lucha, con escaso apoyo masculino y resistencia conservadora.
Sara Casal, líder de la Liga Feminista, en 1925 indicó en “El feminismo y la mujer costarricense”, La Tribuna, 27 enero, p. 6, que la mujer ha hecho política ilegalmente, ¿por qué no dar ese espacio legalmente?
La autora considera que hay que ir más allá de los debateds y la exaltación feminista es incorporar el rol clave del contexto político y electoral.
Antecedentes históricos del movimiento feminista y sugfragista costarricense
Propone distinguir tres etapas: 1890-1910, 1910-1923 y 1923-1949.
En la primera se dan los primeros planteamientos en el ámbito periodístico y discurso JJ Rodríguez en favor de la igualdad en 1890;
En la segunda la lucha se da más fuerte y se apoya en la labor de la Liga Feministay se apoya en el Partido Reformista. En “Conferencia” ensayo feminista (noviembre 1912) de Ángela Acuña abogaba por superar ese rol exclusivamente doméstico. Se argumentaba que la mujer podría ayudar a resolver la crisis social si se le equiparaba dando el derecho al voto y la reforma al artículo 12 de la Ley Orgánica de los Tribunales (de 1887) en 1916 que abrió el Notariado a mujeres. (NOTA: La ley que regula el Notariado es la Ley Orgánica de Notariado de 1887, pero no parece ser el artículo 12 - investigar reformas de 1915, 1916 y la primera notaria fue Licenciada Virginia Martén Pagés en 1947).En la Asamblea Constituyente de la constitución de 1917 se propuso un voto femenino restringido. En la Asamblea Constituyente de la constitución de 1917 se propuso un voto femenino. Algunas estudiantes del Colegio Superior de Señoritas de la Liga Feminista, plantearon el 20 de junio de 1923 la necesidad de aprobar el voto femenino al Congreso con el apoyo del Presidente Julio Acosta (y otras figuras destacadas y no tanto una base de mujeres). Algunas estudiantes del Colegio Superior de Señoritas de la Liga Feminista, plantearon el 20 de junio de 1923 la necesidad de aprobar el voto femenino al Congreso con el apoyo del Presidente Julio Acosta (y otras figuras destacadas y no tanto una base de mujeres).
En la tercera, hay una organización más sistemática, con apoyo del Partido Reformista 1923 y el comunista en 1931, hasta el decreto de 20 de junio de 1949 (aquí, p. 9). Otras organizaciones se sumaron en los años 40: la Alianza de Mujeres Costarricenses (del Bloque de Obreros y Campesinos), el movimiento las Mujeres del 2 de agosto de 1947, la Unión de Mujeres del Pueblo (fundada el 22 de agosto de 1947 con mujeres del Partido Vanguardia Popular) y mujeres que participaron en la guerra civil de 1948.
Los discursos sobre la participación de las mujeres en política y el sufragio femenino
Una parte importante de la razón por la cual no fue sino hasta 1949 que se aprobó el derecho al voto para las mujeres está en el cambio de discurso en las primeras décadas del siglo XX. El análisis es complicado ya que identificadas con un discurso determinado había personas más conservadoras o más progresistas. Los discursos progresistas coinciden en legitimar el rol tradicional de las mujeres.
La óptica oposicionista y antisufragista tuvo mucho respaldo. Argumentaba que le robaría al hombre su poder en los trabajos y en el hogar.
El discurso feminista tenia un énfasis igualitario y de diferencia sexual.
En “Conferencia” ensayo feminista (noviembre 1912) de Ángela Acuña abogaba por superar ese rol exclusivamente doméstico. Se argumentaba que la mujer podría ayudar a resolver la crisis social si se le equiparaba dando el derecho al voto.
La diferencia sexual la enfatizaba ensalzando la maternidad y la importancia para los ciudadanos de la patria, bien nacidos, sanos, educados, etc. La participación política era muy importante pero el límite era no descuidar el hogar. Legitimaba y coincidía con el modelo liberal.
Hubo intelectuales que apoyaron como Roberto Brenes Mesén, Pedro Pérez Zeledón y Jorge Volio.
El movimiento obrero apoyaba la lucha en pro de educar a las mujeres obreras por su papel en la formación de los hijos: igualdad y rol tradicional.
Rosa Casals, en “Para la Mujer”, hoja obrera de 28 de enero 1913 señalaba que la mujer instruida comprendería lo bueno y lo malo y podría hacer de sus hijos hombres honrados, inteligentes y libres.
Para los partidos comunistas era una lucha más importante integrarlas a las organizaciones obreras. Carmen Lyra en “Llamamiento a las mujeres de la clase trabajadora de Costa Rica” en 1933 (texto de 1936 aquí) afirmaba que la opción de las mujeres trabajadoras no está en el feminismo sino en el comunismo y que deben luchar juntos y no en oposición como lo pretende el feminismo. Incluso llegó a oponerse al voto porque eso pondría en desventaja a las mujeres pobres frente a las ricas, además qué va a cambiar por poder votar por hombres de la élite.
El contexto de lucha político - electoral y la aprobación del sufragio femenino.
A pesar del importante rol de la Liga Feminista y los discursos en pro y en contra del sufragio femenino, eso no basta para explicarlo sino que hay que analizar el contexto político electoral en el que se inserta.
Hay un contexto de lucha en el que ninguno de los grupos logra monopolizar el poder, lo que obligó a alianzas y acuerdos.
Recordemos que el voto no era directo (hasta 1913), ni secreto (hasta 1925) ni obligatorio. No había una instancia institucional que regulara el proceso. En ese contexto, el voto femenino giró de un polo de oposición mayoritaria en 1925 a uno de apoyo mayoritario en 1949, lo que se refleja en los votos en el Congreso: de un tercio de apoyo pasaron a tres cuartas partes.
Para que se aprobara debían darse dos condiciones estratégicas: 1) Que algún partido considerara ventajosa la reforma y 2) Que existiera un conjunto de movimientos sociales bien organizados que ejercieran presión. La polarización política de 1940 permitió eso.
Aprobar el voto femenino era duplicar el electorado y duplicar las incertidumbres sobre la victoria.
Rodríguez en 1890 y Acosta en 1925 apoyaban el voto femenino, pero no era suficiente en ese momento.
La estrategia política del Partido Reformista (1923) de incorporar a las mujeres activamente pero fue como baluarte moral y de maternidad.
En la reforma de 1925 (voto secreto y directo) el voto femenino se vio comprometido y evidenció la gran resistencia, aunque se usaron esos argumentos ideológicos y éticos para legitimar la propuesta de voto masculino secreto y directo.
La Liga Feminista varía su estrategia hacia un voto femenino restringido y en 1931 presentaron una propuesta de voto femenino restringida a las mujeres con educación y formación técnico-profesional. Pero fracasó en dos ocasiones más, en 1943 y en 1947. El voto femenino no era relevante para los partidos. Además Manuel Mora sugiere que podría hacer perderles votos por influir en mujeres que se oponían al voto, que era cosa de hombres.
En la coyuntura de los años 40, previos a la Guerra Civil, la alianza de comunistas con Calderonistas permitió compensar la pérdida por la separación de sus antiguos aliados de la oligarquía que apoyaba a Cortés. Para los comunistas fue la forma de mantenerse en la agenda y apoyar reformas sociales que amenazaban con superarlos.
En la discusión del Código Electoral de 1946 se empezó a ver un giro hacia el apoyo al voto femenino, como una forma de vetar la propuesta del calderonismo. En 1947 Teodoro Picado lo apoyó como forma de cumplir con la Carta de las Naciones Unidas.
Algunas mujeres se organizaron en el movimiento del 2 de agosto de 1947 y sucedió que la lucha por el voto fue absorbida por la lucha general por los derechos civiles y democráticos de la mayoría.
Tras la guerra y el reacomodo de fuerzas, el 20 de junio de 1949 (aquí, p. 9) fue aprobado el voto femenino. Los argumentos eran similares (participación, argumentos moralizadores, etc.), a los anteriores pero el contexto cambió. Al haberse desarticulado el calderonismo, ya no había incertidumbre por la cual preocuparse.
Como conclusión, la lucha fue ardua y estratégica, con contradicciones y retrocesos, y no una concesión de los políticos. Hacia los 40 se dieron las dos condiciones dichas: 1) Que algún partido considerara ventajosa la reforma y 2) Que existiera un conjunto de movimientos sociales bien organizados que ejercieran presión.
Falta trabajar las percepciones hacia la participación política de las mujeres que siguen siendo negativas (1996), así como en la representación y paridad.