sábado, 14 de septiembre de 2024

La socibilidad como objeto histórico

¿Es la sociabilidad un objeto histórico?

Maurice Agulhon


Maurice Agulhon. “¿Es la sociabilidad un objeto histórico?.” En: Políticas, imágenes, sociabilidades. De 1789 a 1989. Zaragoza: Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2016. pp. 103-118.


Pareciera obvio porque se le estudia, pero falta precisión.

El término sociabilidad tiene origen antiguo (s. XVIII) y explora o desarrolla la idea de humanidad, vinculándose al carácter esencial del ser humano que es la vida en sociedad (socialidad).

Se refiere a la cualidad de ser sociable, sea como especie (grupo) o como individuo (persona sociable). Hay una tercera acepción que atañe a la psicología colectiva: persona sociable frente a otros distintos culturalmente o en el tiempo.

Es ahí donde es objeto de estudio ya que las características diferenciadoras corresponden a la historia (y en menor medida los determinismos biológicos, o geográficos). En alemán hay dos términos, uno con connotaciones de psicología y otros de sociología.


En sociología se usa la sociabilidad como algo más que simplemente vivir en sociedad. Georges Gurvitch (libros), por ejemplo, ha sido fuertemente criticado. Para Armand Cuvillier la sociología está compuesta de términos histórica y socialmente determinados y de grupos, no de átomos o relaciones.

Otros lamentan que se haya erigido como una realidad la sociabilidad y su consiguiente homo sociabilis, que no tendría mucha más consistencia que el homo economicus. Lo importante para nosotros los historiadores es que legitiman el tercer sentido (comportamiento colectivo), igualmente distinto del primero (atributo de la especie humana) y del segundo (característica del individuo). Obviamente esos comportamientos tienen características observables. En Loisir et culture, Dumazedier y Ripert analizan comportamientos en el ocio y distinguen sociabilidad espontánea de sociabilidad organizada. En otros libros igual se legitima el tercer sentido de sociabilidad.


Más allá del término, hemos tomado conciencia de la necesidad de introducir en la historia el comportamiento más profundo del hombre: la vida social es un inmenso tejido de subjetividades. La cuestión para nosotros los historiadores es saber si esta intersubjetividad puede ser objeto histórico y la respuesta positiva ha sido dada por el trabajo de algunos sociólogos. Hay códigos, reglas y costumbres, que son colectivas evolutivas y variables, suficiente para ser un objeto histórico. Philippe Ariès nos recuerda que si el amor y la muerte son historiables, el contacto social también.


Algunas dificultades. En La sociabilité meridionale (1966) el autor pretendió una geografía de la sociabilidad, pero resultó muy discutible. Resulta más seguro un estudio escalonado en el tiempo y no en el espacio, pues se puede defender sin riesgo que las costumbres evolucionan.Georg Simmel (un estudio sobre el tema aquí) y Norbert Elias han estudiado esos cambios, pero se corre el riesgo de la priorización o valoración por ideología. En efecto, hay una teoría que consideró a la sociabilidad como un valor de progreso, una virtud pública que había que cultivar. Desde los liberales de 1830 hasta los fundadores de la Tercera República, se apegan a esa idea. Debemos tener en cuenta entonces a la sociabilidad como concepto y valor en la filosofía de la democracia liberal. Toman su tercer sentido y lo equiparan al primero (lo político determinado como condición nata). Esto no impide estudiar la sociabilidad independientemente del discurso que se tenga sobre ella. Una tercera dificultad es evitar asumir natural el impulso desde el Estado en relación con el impulso social.