lunes, 17 de marzo de 2025

Ahora más que nunca

Hunt, Lynn. “Ahora más que nunca”. En Historia, ¿por qué importa?, 9-37. Madrid: Alianza Editorial, 2019.


¿Cómo puede fundarse la certeza en la Historia? Hay falseamiento como la negación del Holocausto. El falseamiento descarado de la historia se ha hecho hoy más frecuente debido a la influencia de los medios sociales. Y, ante esta situación, insistir en la verdad histórica ha llegado a convertirse en un acto necesario de coraje cívico.

El popular historiador francés Jules Michelet fue destituido de su puesto de profesor por el gobierno de Luis Napoleón Bonaparte en 1851 porque los estudiantes solían salir de escuchar sus trepidantes lecciones gritando proclamas en contra del gobierno. En 1940, la revista Time informaba de que el autor de un popular libro de texto de historia, Harold Rugg, había sido acusado de ser un comunista que describía Estados Unidos como una tierra de desigualdad de oportunidades y conflicto social.

A mediados de agosto de 2017, la disputa pública a propósito del destino de una estatua del general confederado Robert E. Lee terminó en un estallido de violencia en Charlottesville, Virginia. Del mismo modo que hubo estudiantes de la Universidad de Yale que quisieron cambiar el nombre del Calhoun College por ser este el de un político que defendió la esclavitud. Tras la derrota de Hitler, los aliados ordenaron la destrucción inmediata de todos los símbolos nazis; tras la caída de la Unión Soviética, las multitudes derribaron monumentos a Lenin y a Stalin desde Ucrania a Etiopía; una estatua de bronce de Sadam Husein fue desmantelada en 2003 durante la invasión dirigida por Estados Unidos; en 2008 se retiró la última estatua del dictador Franco que quedaba en España, y, por retroceder más de dos siglos, algunos días después de la promulgación de la Declaración de Independencia en 177 6, los neoyorquinos derribaron una estatua ecuestre del rey Jorge III. 

Los líderes de la Revolución Francesa argumentaron que, en tanto que los símbolos del feudalismo y la monarquía podían ser destruidos con legitimidad, aquellos que llevasen inscripciones en latín o cualquier cosa compatible con el espíritu de la igualdad debían ser protegidos. De hecho, los revolucionarios ya habían establecido el primer museo nacional de arte del mundo en el palacio del Louvre en 1793 con obras confiscadas a la corona, a la iglesia y a los aristócratas que habían emigrado.  En suma, vandalismo y conservación pueden ir de la mano.

Los libros de texto de historia son revisados continuamente, pero ello no hace sino volverlos más polémicos. Los libros de texto hablaban de triunfos o tragedias nacionales, pero raras veces de los errores o las fechorías de un gobierno o un pueblo. La Guerra de Secesión y la esclavitud en Estados Unidos proporcionan ejemplos excelentes. Los manuales de historia estadounidenses anteriores a la Guerra de Secesión no defendían la esclavitud, sino que presentaban una nación en la que fuerzas antiesclavistas y proesclavistas podían coexistir. La Guerra de Secesión y la esclavitud en Estados Unidos proporcionan ejemplos excelentes. Los manuales de historia estadounidenses anteriores a la Guerra de Secesión no defendían la esclavitud, sino que presentaban una nación en la que fuerzas antiesclavistas y proesclavistas podían coexistir.

Los libros de texto llegan en una fase relativamente tardía del proceso de construcción de las memorias nacionales. Las huellas materiales de los acontecimientos del pasado primero han de ser reunidas y organizadas. Hasta que el dictador militar Francisco Franco murió en 1975, fue imposible investigar con rigor los asesinatos que se produjeron durante la guerra civil de 1936-1939, y mucho menos exhumar los cadáveres de los republicanos, calumniados como «rojos», que fueron ejecutados sin juicio y enterrados en fosas comunes.

Hasta que el dictador militar Francisco Franco murió en 1975, fue imposible investigar con rigor los asesinatos que se produjeron durante la guerra civil de 1936-1939, y mucho menos exhumar los cadáveres de los republicanos, calumniados como «rojos», que fueron ejecutados sin juicio y enterrados en fosas comunes. La recuperación de la historia ha sido importante en la práctica totalidad de los ejemplos de transición entre distintos regímenes.

El interés público por la historia no está creciendo, sino agigantándose. Técnicas están transformando tanto los museos de historia como la exhibición de lugares históricos. E incluso allí donde la virtualización de espacios no se ha empleado aún, los objetos materiales se exponen de maneras pensadas para asegurar al espectador tanto la autenticidad como la inmediatez de la experiencia. Por otra parte, los historiadores profesionales llevan mucho tiempo mostrándose críticos e incluso desdeñosos con las recreaciones históricas y las experiencias históricas virtuales, pues estas dan prioridad a la identificación empática del espectador con las gentes del pasado antes que al conocimiento más profundo de contextos y causas.


** Auge de Historia Pública (Wikipedia): La historia pública (o "historia aplicada") es un término utilizado para describir actividades orientadas a construir puentes entre el trabajo de los historiadores académicos y los intereses de diferentes tipos de audiencias públicas. Entre las actividades de preservación, interpretación y presentación del conocimiento histórico, en contextos de la esfera pública.1​ como los museos, las bibliotecas, la escuela y el espacio público, su principal objetivo ha sido relacionado con la democratización y difusión del conocimiento histórico,2​ es decir, con la ampliación de sus formas de acceso, uso y apropiación social2

La historia pública ha sido relacionada con ámbitos como los estudios sobre la memoria histórica, la divulgación patrimonial, la recreación histórica, la historia oral, la historia local, la historia popular, y la preservación de archivos. Quienes practican la historia pública se desempeñan como profesores, consultores históricos, profesionales en museos, bibliotecas y archivos, historiadores gubernamentales, archivistas, historiadores orales, gerentes de proyectos culturales, curadores, productores audiovisuales, intérpretes y mediadores históricos, conservadores, consultores de política pública, historiadores locales y activistas sociales y comunitarios.13​ En ese desarrollo práctico, se resalta el desarrollo colaborativo y mancomunado, entre miembros de la academia y la ciudadanía, de narrativas históricas


El público merece que los acontecimientos y procesos históricos se le presenten del modo más riguroso posible y, además, de una manera que consiga atraer su atención. La cuestión es saber encontrar el equilibrio entre rigor y habilidad. Lo que nos conduce al problema de la verdad histórica y de la mejor manera de determinarla.

 


domingo, 16 de marzo de 2025

Ponting, Clive. Historia verde del mundo. Madrid: Paidós, 1992. Capítulos 3 y 4 (pp. 39-104). CAPÍTULO 4.

Ponting, Clive. Historia verde del mundo. Madrid: Paidós, 1992. Capítulos 3 y 4 (pp. 39-104).

 CAPÍTULO 4

La primera gran transición

Durante unos dos millones de años los seres humanos vivieron de la recolección, la conducción de manadas y la caza. Después, en el espacio de unos cuantos miles de años surgió una forma de vida radicalmente distinta basada en una gran alteración de los ecosistemas naturales y orientada a la producción de cosechas y a la consecución de pasto para los animales. Este sistema más intensivo de producción alimentaria se desarrolló por separado en tres zonas nucleares del mundo —el suroeste de Asia, China y Centroamérica— y marcó la transición más importante de la historia humana.

Hace unos 10.000 años, antes de la aparición de la agricultura, la población del mundo era de aproximadamente cuatro millones de personas y aumentó muy lentamente hasta unos cinco millones hacia el año 5000 antes de J.C. Después, en el crucial período en que las sociedades sedentarias se desarrollaron a mayor escala a partir del 5000 antes de J.C., comenzó a duplicarse cada milenio hasta llegar a los 50 millones hacia el año 1000 antes de J.C., subiendo a 100 millones en los 500 años siguientes y a 200 millones hacia el año 200 después de J.C.

Los fenómenos combinados de la transición a la agricultura, el crecimiento de las sociedades sedentarias, la aparición de las ciudades y la especialización artesana y el ascenso de poderosas élites religiosas y políticas, se citan a menudo bajo el término «Revolución Neolítica», término equívoco pues fue muy extendido y no fue deliberado.

Esta larga transición se puede entender mejor abandonando toda idea de una distinción clara entre la recolección y la caza por una parte y la agricultura por otra. Tampoco hay una distinción clara, ni un alto grado de continuidad, entre las herramientas y los artefactos de los grupos dedicados a la recolección y la caza y las primeras comunidades agrícolas, particularmente en el suroeste de Asia (la zona donde tuvieron lugar los primeros avances hacia la agricultura). Tampoco la alfarería se circunscribe a las sociedades agrícolas.

Es difícil explicar por qué se adoptó la agricultura. La agricultura no es en modo alguno una opción más fácil que la recolección y la caza. Muchas de las primeras explicaciones dadas a la adopción de la agricultura se basaron en la opinión de que la agricultura ofrecía unas ventajas tan obvias que fue adoptada en cuanto el saber humano y los logros culturales habían alcanzado un nivel lo suficientemente avanzado. Otra teoría ha vinculado la adopción de la agricultura a los cambios climáticos que se produjeron al final de la última glaciación. La explicación que mejor se aviene al saber moderno se basa en el aumento de la presión demográfica. 

Los cambios a los que en la actualidad nos referimos como aparición de la agricultura, tuvieron lugar inicialmente en el suroeste de Asia, en China y en Centroamérica a lo largo de un período de varios miles de años. Las similitudes entre las tres áreas son tales que se puede identificar un proceso común, pero los resultados finales presentaron diferencias significativas.

De forma paralela al creciente cultivo y domesticación de las plantas silvestres, la relación entre los seres humanos y los animales también se estaba haciendo más intensa. Se puede rastrear la gradual transformación de la subsistencia humana, y como consecuencia de la sociedad humana, a través de la región del suroeste asiático a medida que se iban adoptando nuevas técnicas. No hay una ruptura limpia ni un cambio súbito de la recolección y la caza a la agricultura, sino una combinación progresiva de estrategias con una lenta transición hacia formas más intensivas de explotación durante un largo período de unos 3-500 años a partir del 10000 antes de J.C. 

Al final de esta larga transición se había producido un cambio fundamental: la subsistencia dependía ahora del cultivo de variedades cultivadas de plantas silvestres en campos especiales y del control de manadas de animales domesticados.

Cuando la producción alimentaria en algunas áreas fue suficiente para mantener a una población permanente mayor, aparecieron los primeros pueblos. Hacia el 6500 antes de J.C., en Jericó se había desarrollado un pequeño pueblo, rodeado por una muralla defensiva, que ocupaba casi cuatro hectáreas.

Ni Jericó ni Çatal Hüyük eran auténticas ciudades por cuanto carecían de una estratificación social significativa, y la expansión de ambas dependía de condiciones locales concretas: la muralla en Jericó y la explotación de depósitos de obsidiana, que se comercializaba en una amplia zona, en Çatal Hüyük. El desarrollo de auténticas ciudades no comenzó hasta pasados otros 1.500 años.

Hacia el 6000 antes de J.C. se había completado la primera fase de la transformación de la sociedad humana en el suroeste de Asia, y la vida sedentaria se estaba convirtiendo en norma. Una nueva forma de vida basada en el trigo y la cebada cultivados y en la conducción de rebaños de ovejas y cabras (y más tarde de vacuno) se difundió por Asia central y el valle del Nilo casi sin modificar, y después también pasó a Europa, donde se necesitaron difíciles adaptaciones.

La introducción de la agricultura en el centro y el noroeste de Europa duró unos tres milenios tras su adopción en Grecia, y este largo período da un indicador de las dificultades que acarreaba adaptar lo que originariamente eran cosechas y técnicas apropiadas para largos veranos calurosos a los diferentes ecosistemas y climas que se daban en la región. Hacia el 4000 antes de J.C., la agricultura era predominante en las zonas costeras que rodeaban todo el Mediterráneo, aunque no en una franja continua, y había llegado a los suelos fácilmente laborables de Europa central y a las zonas del Rin/Danubio y del Vístula/Dniester. Entre el 3000 y el 2000 antes de J.C. había sido adoptada en el noroeste de Europa y mil años después llegó a Dinamarca y al sur de Suecia. Más allá de esta zona los recolectores y cazadores continuaron con su antigua forma de vida. La avena y el centeno crecían originalmente como maleza en los primeros campos cultivados de cereales del suroeste de Asia, pero florecieron en el clima más frío y húmedo del noroeste europeo y se convirtieron en cosechas por sí solos.

En el sur de Europa y en Asia se domesticaron unas cuantas cosechas y animales más hacia el 6000 antes de J.C. En el Mediterráneo, los olivos, las viñas y las higueras ya se cultivaban hacia el 4000 antes de J.C.  El dromedario y el camello bactriano fueron domesticados entre el 2000 y el 1500 antes de J.C., pero el animal nuevo más importante que se introdujo fue el caballo, poco después del 3000 antes de J.C. El uso del caballo no sólo revolucionó la guerra en el Próximo Oriente cambiando el papel del carro y dando paso a la caballería, también permitió que se desarrollase toda una cultura nueva en las llanuras del Asia central. A partir de ese momento, durante miles de años la historia del Próximo Oriente, China, India y Europa habría de verse fuertemente influida por las sucesivas oleadas de jinetes nómadas como los hunos y los mongoles que descendieron sobre las sociedades sedentarias.

La segunda zona nuclear que contempló el desarrollo de la agricultura fue China. El panorama moderno de la agricultura china es la producción de arroz húmedo en arrozales. El trigo y la cebada no son autóctonas (necesitan algo de lluvia en invierno): el trigo no se introdujo hasta aproximadamente el 1300 antes de J.C., y la cebada un poco más tarde. Por el contrario, la agricultura se centraba en el mijo y el arroz cultivados.

Centroamérica (una zona que abarca los estados modernos de Guatemala, Belice, zonas de Honduras y San Salvador y, más importante, el sur y el este de México de 24 °N) fue la última de las tres zonas nucleares que desarrolló la agricultura. Algunos de los primeros especímenes de plantas pueden haber sido cultivados hacia el 7000 antes de J.C. El desarrollo de la agricultura a gran escala en Centroamérica se vio retrasado por dos factores. El primero fue la falta de animales apropiados para la domesticación. El aislamiento geográfico de las Américas supuso que al contrario que en Europa y Asia no hubiese ovejas, cabras ni vacuno. Y segundo, una baja productividad durante las primeras fases del desarrollo agrícola centroamericano hizo que durante mucho tiempo fuese más económico recolectar el alimento de las plantas silvestres que depender del maíz. La evolución de sociedades complejas en Centroamérica empezó 4.000 años después que en Europa y Asia. Así, cuando en el siglo xvi llegaron a las Américas los primeros europeos, encontraron una sociedad que era comparable en numerosos sentidos a las de Mesopotamia del 2000 antes de J.C.

El desarrollo de la agricultura en otras partes del mundo es mucho más difícil de rastrear, en parte porque se han realizado muchas menos investigaciones arqueológicas pero también debido al hecho de que los restos de plantas no están bien conservados en esos lugares y porque muchos de los restos de plantas presentan pocos cambios cuando se los cultiva.

Hacia el 2000 antes de J.C., todas las principales cosechas y animales que conforman los sistemas agrícolas contemporáneos del mundo ya habían sido domesticados. Sin embargo, durante miles de años hubo corrientes separadas de desarrollo agrícola como consecuencia de la falta de contacto entre Eurasia y las Américas, e incluso entre distintas partes de Europa y Asia. Después, en dos oleadas, los diversos sistemas independientes se agruparon. Desde el siglo vil de nuestra era los comerciantes islámicos llevaron muchos de los cultivos semitropicales del sureste de Asia al Próximo Oriente y al Mediterráneo. Mucho después, en el siglo xvi, los cultivos americanos fueron traídos a Europa (y posteriormente a Asia) y las plantas y animales europeos fueron llevados a las Américas y a Australasia.

La adopción de la agricultura fue el cambio más fundamental de la historia humana. No sólo provocó la aparición de las primeras sociedades sedentarias, también cambió radicalmente a la sociedad misma. El paso al cultivo de cosechas en campos y la práctica de conducir manadas y alimentar rebaños de animales abrió el camino a la consideración de los recursos utilizados y el alimento producido como «propiedad», y el enorme aumento del nivel de tiempo y esfuerzo empleado en comparación con la recolección y la caza fomentó esta tendencia.

En su sentido más amplio, la historia humana de los aproximadamente 8.000 años transcurridos desde la aparición de las sociedades agrícolas asentadas ha girado en torno a la adquisición y distribución de la producción excedentaria de alimentos y a los usos que se le han dado.

Hacia el 3000 antes de J.C. la zona del sur de Mesopotamia conocida con el nombre de Sumeria estaba dominada por ocho grandes ciudades. Dentro de estas ciudades se estaban produciendo grandes cambios sociales. Generar un excedente alimentario implica mucho más que simplemente cultivar un excedente por encima de las necesidades del cultivador. El excedente ha de ser transportado, almacenado y redistribuido, y esto precisa la existencia de instituciones capaces de organizar el proceso. El control del excedente implica también determinar quién posee y trabaja la tierra y quién tiene derecho a la comida.Quienes tenían la autoridad perseguían aumentar el control y obtener un mayor excedente y conseguir más poder mediante su capacidad para dirigir más recursos.

Dentro de las ciudades de Sumeria, hacia el 3000 antes de J.C., se habían desarrollado sociedades de clase fuertemente estratificadas: había esclavos en la base de la jerarquía, el grueso de la población estaba constituido por campesinos, y más arriba estaban los artesanos y después una elite administrativa, religiosa y militar. La creciente rivalidad entre las ciudades condujo a un mayor militarismo, a la construcción de fortificaciones y a la organización de milicias. En una fase posterior, hacia el 1800 antes de J.C., cuando el sur de Mesopotamia pasó a formar parte del Imperio Babilonio, había clases legalmente separadas de nobles, plebeyos y esclavos.

Los primeros pasos hacia la creación de sociedades jerárquicas estratificadas con un alto grado de control por parte del Estado se dieron en Mesopotamia desde alrededor del 5000 antes de J.C. Acontecimientos similares, pero independientes, tuvieron lugar en Egipto, muy poco después que en Mesopotamia, y más tarde se repitieron en el valle del Indo, en China, Centroamérica y Perú. 

Egipto se desarrolló por vías distintas a Mesopotamia. El medio ambiente más fácil y la menor intensidad de la irrigación hicieron que hubiese una presión menor sobre la tierra en comparación con Mesopotamia, y por tanto no surgieron ciudades demasiado estructuradas. Las dos grandes ciudades egipcias de Memphis y Karnak-Luxor eran en esencia mercados locales, centros de culto y residencia de funcionarios, y no ciudades tan populosas como Uruk (que tenía una población residente de casi 50.000 habitantes).

Sin embargo, sí que emergió una elite de sacerdotes, administradores, soldados y gobernantes, como en Mesopotamia, mediante la apropiación del excedente agrícola.

El valle del Indo fue colonizado por agricultores nómadas que casi con absoluta certeza se dirigían hacia el este desde el suroeste asiático, alrededor del 3500 antes de J.C., cultivando trigo y cebada en el clima relativamente seco de la zona y dependiendo de la oveja y la cabra domesticada así como de algún camélido. Al igual que en Egipto, el sistema de control del agua se producía básicamente a pequeña escala, pero la apropiación del excedente alimentario para alimentar a los no productores desembocó en la emergencia de una sociedad sumamente estratificada hacia el 2300 antes de J.C. La principal característica de la sociedad del valle del Indo era su uniformidad cultural en una zona muy extensa.

El desarrollo de este tipo de sociedades en China fue un proceso mucho más lento que en Mesopotamia, Egipto y el valle del Indo. Las razones exactas no están claras, pero pueden estar ligadas al lento desarrollo de los sistemas de riego.Al contrario que en Mesopotamia, los gobernantes seculares parecen haber dominado desde el comienzo de las comunidades sedentarias, aunque estaban sólidamente apoyados por la élite religiosa cuyas funciones contribuían a integrar la sociedad. El desarrollo en Japón de una sociedad con un alto grado de organización llegó extremadamente tarde en términos mundiales. Japón dependía parcialmente de los avances externos de China, pero la historia de sus cambios sociales demuestra claramente que los cambios en la producción alimentaria eran preliminares necesarios para la aparición de sociedades especializadas estratificadas.

En las Américas, el desarrollo histórico de este tipo de sociedad se vio enormemente influido por una serie de factores medioambientales. La dificultad, por razones genéticas, de producir variedades muy productivas de maíz en comparación con la relativa facilidad con que se podían cruzar el trigo y la cebada cultivados con otros tipos para mejorar la producción, hizo que en Centroamérica no apareciesen comunidades sedentarias hasta aproximadamente el 2000 antes de J.C.

A pesar de estos obstáculos, sí se desarrollaron sociedades jerárquicas sofisticadas que alcanzaron un progreso cultural significativo igual, y en algunas zonas superior, a los avances de sociedades similares de otras partes del mundo. De hecho los conocimientos astronómicos y los sistemas de calendarios de los mayas en los siglos VI a VIII después de J.C. eran probablemente los más avanzados del mundo. El imperio de Teotihuacán, que, en su momento cumbre, dominó toda Centroamérica, se derrumbó hacia el 700 después de J.C. Fue reemplazado, de forma muy parecida a la conquista de Sumeria por los acadianos, por el imperio militar de los toltecas radicado en Tula (también en el valle de México), y ellos a su vez fueron reemplazados por los aztecas, con capital en Tenochtitlán (actual Ciudad de México). Estas últimas sociedades dependían del mismo tipo de base agrícola, especialmente las chinampas, y estructuralmente, aparte de su mayor elemento militar, eran notoriamente similares a Teotihuacán y ejercían igualmente un fuerte control central.

Ninguno de los grandes logros humanos culturales e intelectuales habría sido posible sin el desarrollo de la agricultura y sin un excedente alimentario capaz de mantener por igual a artistas, constructores, arquitectos, sacerdotes, filósofos y científicos. La otra cara de la moneda es el desarrollo paralelo de una creciente coacción dentro de la sociedad y de la guerra. Los grandes edificios y monumentos de las sociedades antiguas sólo podían construirse utilizando ingentes cantidades de trabajo humano. La capacidad de movilizar una fuerza de trabajo de esta envergadura demuestra categóricamente el enorme poder y autoridad que detentaban las elites religiosas y seculares.

Hacia el año 3000 antes de J.C. en Mesopotamia y Egipto, unos cientos de años después en el valle del Indo, aproximadamente un milenio más tarde en China y otros dos milenios después en las Américas, se establecieron sociedades militaristas gobernadas por elites religiosas y políticas con poderes de control inmensos sobre sus poblaciones. A pesar de la aparición de tecnologías del metal más sofisticadas, en Eurasia no hubo ningún cambio fundamental en la forma humana de vida durante varios miles de años.




viernes, 14 de marzo de 2025

Ponting, Clive. Historia verde del mundo. Madrid: Paidós, 1992. Capítulos 3 y 4 (pp. 39-104). CAPÍTULO 3.

Ponting, Clive. Historia verde del mundo. Madrid: Paidós, 1992. Capítulos 3 y 4 (pp. 39-104).

CAPÍTULO 3

Noventa y nueve por ciento de historia de la humanidad

Excepto en los últimos milenios, los seres humanos han obtenido su subsistencia en sus dos millones de años de existencia a través de una combinación de recolección de productos alimenticios y de caza de animales. Prácticamente en todos los casos los pueblos vivieron en pequeños grupos nómadas.

La característica distintiva del Homo erectus es el gran tamaño del cerebro, de casi 1.100 centímetros cúbicos (casi tres cuartas partes de la capacidad humana moderna). Probablemente aparecieron en África, aunque siun esqueleto de Java está datado correctamente en aproximadamente 1,9 millones de años esta teoría podría necesitar una revisión.

Los datos arqueológicos de que disponemos sugieren que sobrevivieron hasta hace unos 100.000 años, fecha de que datan los primeros esqueletos anatómicamente modernos descubiertos en el este y el sur de África, llamados en un alarde de inmenso autohalago Homo sapiens. Hace aproximadamente 30.000 años había tipos humanos plenamente modernos (Homo sapiens sapiens) extendidos por todo el mundo.

Hay un nuevo enfoque de estudio sobre las herramientas. En lugar de coleccionar grandes cantidades de herramientas de piedra e intentar clasificarlas en diferentes «culturas» basándose en discrepancias marginales en la forma de construirlos o comparando los distintos tipos de herramientas hallados en diversos lugares, prefiere intentar comprender, a menudo tomando como ejemplo a grupos contemporáneos, para qué tarea se fabricaban las herramientas, qué actividades se llevaban a cabo en los diferentes emplazamientos.

Pocas horas al día de algo de cacería y mucha recolección, con suficientes nutrientes y con tiempo para el ocio y actividades ceremoniales, dependen además del clima.

El desarrollo gradual de las sociedades humanas y la expansión de los asentamientos por todo el globo en medios diferentes se puede resumir en cuatro rasgos básicos que diferencian a los seres humanos de otros primates. Fundamental para todo el progreso fue un aumento del tamaño del cerebro. Una segunda ruptura vital (ya presente hace tres millones y medio de años) fue la capacidad de permanecer completamente erguido y sobre dos pies. El tercer rasgo era el uso del habla. El cuarto rasgo fue fundamental para el asentamiento de los seres humanos por todo el mundo: la adopción de medios tecnológicos supone vencer las dificultades que impone un medio ambiente hostil.

Sobre el dominio del fuego la primera evidencia clara, y ampliamente aceptada, data de hace unos 500.000 años.

No fue hasta el último período glacial largo que empezó hace unos 80.000 años y duró hasta hace aproximadamente 12.000 años, cuando tuvo lugar la primera ocupación permanente de Europa.  Dado el bajo nivel de vida vegetal, el permafrost o hielo permanente, y por tanto el limitado papel que podía desempeñar la recolección en la base de subsistencia, los seres humanos dependían de estas grandes manadas de animales para su existencia, lo que estimuló un grado mucho mayor de integración social jamás logrado hasta entonces por los grupos humanos.  A medida que el hielo se fue retirando lentamente, las manadas se trasladaron de forma gradual hacia el norte, eliminando la tundra conforme mejoraba el clima. Toda la base de subsistencia de los seres humanos que habitaban la zona se derrumbó y se vieron en la necesidad de efectuar una serie de grandes ajustes para conseguir la comida en un medio ambiente radicalmente distinto. Se dio mayor importancia a la recolección en el ecosistema más rico que había producido un clima más benigno, y al uso de animales más pequeños que vivían en medios arbolados, a la pesca y a recursos marinos como los crustáceos. Europa fue también una de las áreas que contempló un significativo avance de la tecnología humana con la aparición de nuevas técnicas de fabricación de herramientas y también con el uso de nuevos materiales. El asentamiento permanente en Europa en un momento de condiciones climáticas extremadamente severas fue un logro humano de capital importancia y un indicio de un creciente control humano sobre el medio ambiente. Ello fue posible gracias a la combinación de la adopción de nuevas tecnologías y de un tratamiento más sofisticado de los animales.

La aparición de asentamientos en América fue prácticamente la última fase del desplazamiento de los seres humanos por el globo. En las planicies de Norteamérica, dada la falta de una amplia variedad de plantas para la recolección, la subsistencia dependía de la explotación de grandes manadas de bisontes y otros animales. En las áreas tropicales de Centroamérica y Sudamérica fue posible una forma de vida basada en los amplios recursos vegetales disponibles complementados con una pequeña cantidad de caza.

Hace unos 10.000 años, con el avance de la frontera humana por las Américas, prácticamente todas las partes del globo habían sido colonizadas. La fase final del asentamiento de los seres humanos por todo el mundo se produjo relativamente tarde en los océanos Pacífico e Índico.

En todas las zonas más importantes del mundo (excepto la Antártida) había ya asentamientos humanos. Los grupos dedicados a la recolección y la pesca se habían adaptado, a lo largo de cientos de miles de años, a todo tipo de medio ambiente del mundo, desde las áreas semitropicales de África hasta la Europa del período glacial, desde el Ártico hasta los desiertos del suroeste de África. Las técnicas de subsistencia utilizadas en estos diferentes medios variaban enormemente desde la dependencia de la recolección y la caza de pequeños animales hasta la conducción de manadas de renos, la caza del bisonte y la sumamente compleja mezcla de estrategias necesarias en el Ártico. Se asume a menudo que estos grupos vivían en íntima armonía con el medio ambiente y que el daño que hicieron a los ecosistemas naturales fue mínimo. Sin embargo, los recolectores y los cazadores no son en modo alguno pasivos en su aceptación de los ecosistemas, y muchas de sus actividades sí alteran considerablemente el medio ambiente y causan daños.

Aunque las intervenciones en un ecosistema natural son muy distintas a la agricultura, que supone reemplazar el sistema natural por otro artificial, nos descubren a los seres humanos modificando el medio ambiente, aunque sólo sea a pequeña escala y en emplazamientos limitados. Los grupos dedicados a la recolección y la caza pudieron incluso tener un impacto sobre las poblaciones de animales a escala continental. Muchas especies se extinguieron hacia el final de la última glaciación en un momento en que el cambio climático y el cambio consecutivo de los tipos de vegetación estaban afectando adversamente a los grandes mamíferos que habían habitado la tundra de la Europa central y del norte.

La envergadura de la extinción de las especies de Eurasia fue relativamente pequeña. En el resto del mundo fue masiva. En Australia, a lo largo de los 100.000 últimos años, el 86 por ciento de los grandes animales se han extinguido en una zona donde el impacto climático, y por tanto el efecto sobre los hábitos animales de los períodos glaciales, fue mínimo. La explicación más probable es la caza por parte de los grupos de aborígenes desde hace 40.000 años. Aun cuando los animales más grandes no eran cazados a gran escala, la alteración del ecosistema como consecuencia de la intervención humana —destruyendo los hábitats o matando a los herbívoros más pequeños de los que dependían los carnívoros— pudieron abocarlos muy fácilmente a la extinción. Igualmente notoria es la pérdida del 80 por ciento de los grandes animales en Sudamérica y la pérdida del 73 por ciento sufrida en el norte del continente.

Hace unos 10.000 años los seres humanos se habían extendido durante un período de unos dos millones de años desde su zona original del sur y el este de África a todos los continentes. La lenta expansión de la colonización humana dependió de una serie de procesos ligados entre sí.

A medida que los grupos humanos se alejaron de los trópicos, tuvieron que modificar drásticamente esta forma de vida y adoptar muchas técnicas distintas. Éstas iban desde la intensificación de la caza o la conducción de manadas de grandes animales hasta el sumamente complejo ciclo estacional de las actividades practicadas por los inuit del Ártico. Los cambios tecnológicos fueron vitales para permitir el asentamiento humano por todo el globo y se produjeron en varios frentes distintos, empezando por la producción de herramientas de piedra cada vez más sofisticadas y la introducción de nuevas armas como el arco y la flecha, pero incluyendo también el uso de cueros *y pieles para vestirse, la construcción de refugios hechos con materiales de muy diverso tipo y la adopción de técnicas más complejas de manipulación de los alimentos, como cocinar en hogares en lugar de con hogueras y moler nueces y semillas. El ritmo de desarrollo fue por supuesto muy lento y también desigual.

La forma de vida basada en la recolección y la caza fue sumamente estable y muy duradera. Durante cientos de miles de años ésta fue la única forma que tuvieron los seres humanos de conseguir del medio ambiente la subsistencia necesaria.

Después, hace unos 10.000 años, tras dos millones de años de una forma de vida sumamente estable y bien adaptada, los métodos humanos utilizados para conseguir alimento empezaron a cambiar en una serie de ámbitos repartidos por todo el globo. El ritmo de cambio aún era bajo pero mucho más rápido de lo que había sido en el pasado. 

 


El concepto, los métodos y las fuentes de la Historia Antigua

Roldán Hervás, Jose M. El concepto, los métodos y las fuentes de la Historia Antigua, pp. 3-39


Las periodizaciones

¿Hasta qué punto es válida esa segmentación en períodos? La Historia es universal y continua, los protagonistas son las personas, las colectividades y los tiempos y lugares. La segmentación permite clasificar los testigos que nos proporcionan las fuentes. es artificial y necesaria para dividir el períodos cómodos y comprensibles el inmenso material de la ciencia histórica, imposible de aprehender en su total dimensión. Son un instrumento de trabajo.

Se han usado periodizaciones por épocas de reinados o dinastías así como divisiones sacadas del mito, la filosofía o la Teoría del Estado, así como las cinco edades de Hesíodo.

La Historia General, con visión totalizadora nace con Diodoro de Sicilia (segunda mitad del siglo I a. C.). El cristianismo aboga por una concepción libeal de la historia, como en la Crónica Universal de Eusebio de Cesarea (siglo IV), embrión de las divisiones histórico-teológicas medievales. La Crónica de Isidoro de Sevilla lo amplía.

Se hacen usuales las cuatro monarquías universales: asirio-babilonios, medo-persas, gro-macedonios y romanos. Esto se abandona con el Humanismo.

Nacen sucesiones epocales con criterios dispares filosóficos e ideológicos.

Se impone la criticada división tripartita de Christophorus Cellarius (Keller - 1685) en Edades Antigua, Media, y Moderna. Cuestiona la validez de los criterios, años, y que visión es solo occidental.

Ha habido otros criterios como el de Ottokar Lorenz con Generación, que propone una serie de evoluciones con periodicidad de 300 años, tesis inaceptable por el determinado que implica, pero ingeniosa y algunas veces repetida por un paradigma de germinación, crecimiento, prosperidad y muerte.


Los límites de la Historia Antigua

Precisar límites entre Prehistoria y Edad Media ha dependido de las fuentes disponibles y del punto de vista filosófico e histórico - literario disponible. Los moldes greco-romanos se rompieron con E. Meyer (1855-1930), y con nuevos descubrimientos arqueológicos sobre Antiguo Oriente y se postularon dos círculos: el oriental y el greco-romano. Los nacionalismos europeos dejaron de lado la Historia Antigua. 

Hace pocos decenios se reemprendió el camino hacia la concepción universalista de la Historia Antigua con un ámbito espacial determinado que excluye India, Lejano Oriente, América y Europa Septentrional. Es más una Historia Antigua de Europa y Próximo Oriente, con enormes desfases en fuentes disponibles. 

En su límite inferior tradicionalmente se ha definido por el primer documento escrito, deslindándola de la Prehistoria y con una etapa llamada Protohistoria en al que documentos escritos se refieren a culturas sin escritura aún, pero hay desfases ya que la escritura no aparece sincrónicamente en todas las culturas. Se inclina más por hallazgos materiales como la aparición de la agricultura por la revolución que causa en las estructuras sociales (especialización en el trabajo, comunidades, elevación del nivel económico), pero es difícil precisar ese momento. Otro criterio es la metalurgia, pero valen las mismas objeciones. Agricultura, metalurgia, urbanismo y escritura se presentan bastante unidos. Sí se ha encontrado que con la escritura aparece la ciencia histórica.

Así, hacia 3.500 a.C., aparece la escritura en Sumer e inicia la Historia de la Antigüedad. Hacia 3.000 a. C. aparece en Egipto, en Italia con la implantación violenta de la cultura etrusca, en Grecia hacia siglo XV a.C.

Su límite superior ha sido postulado no menos de veinte veces diferentes y los medievalistas defienden la influencia hasta ya muy entrada la fase siguiente. Pirenne considera que la destrucción del mundo mediterránep antiguo correspondió al Islam. No hay un límite claro y consensuado. Quizás sigue la influencia de Keller y su división tripartita.

Existe un malentendido en el sentido de que el mundo mundialización acaba con el antiguo o lo reemplaza: había mucha disposición de recibir la herencias de las Antigüedad. Se mantiene como criterio único la desaparición del poder central en Occidente y la formación de estados germánicos en 476 que parece la mejor solución.


La Historia Antigua y los Historiadores de la Antigüedad

La Historia Antigua es hijastra del Renacimiento pues fue con el Humanismo que se vuelven los ojos a tiempos lejanos. Hay tres fases en el desarrollo de esta Historia:


(a) Hasta el siglo XIX: Fragmentario y algo legendario, basado en los clásicos.  No es vista como disciplina independiente sino que parte con la Filosofía y Arqueología y desde una visión filológica. Poco crítica y muy entusiasta con las obras de la literatura antigua (Petrarca, Bocaccio o Decembrio), destacando Cola Di Renzo por basarse en inscripciones. Atada a narraciones de Litio o Tácito con dramatismo y gigantescas personalidades o bien en la línea de Cola di Renzo (Antiquitates) basada en un afán coleccionista y compilador. Hay una tercera dirección, mediatizada por la política, con Maquiavelo y Montesquieu, que buscaba patrones para aplicar a su tiempo, estudiando la caída de Roma. Con la Ilustración Gibbon (History of the Decline and Fall of the Roman Empire), en la línea de Montesquieu. es el primer intento historiográfico con juicio histórico. Winckkelman (1717-1768)  se aboca a Grecia y marca el inicio del Historicismo.


(b) La Historia Antigua en el siglo XIX: Niebhur, Mommsen y Droisen son las tres figuras de esta época, muy influida por el Historicismo: narrar las cosas tal cual sucedieron a partir de las evidencias. Rechazo de toda teoría o generalización, cae en absolutización de la ciencia histórica que ve en sí misma el motor y coloca al historiador como un ente contemplativo. Barthold Georg Niebuhr es creador del método histórico - crítico y autor de Historia Romana (1811). Se plantea por primera vez el valor de las fuentes históricas y las amplió a fuentes no literarias.Se cruza la ciencia del Derecho y las fuentes no literarias en Theodor Mommsen (1817-1903), con cerca de 1.500 títulos, con gran intensificación metódica. Principales Derecho Público Romano (1888) y Derecho Penal Romano (1889). Johann Gustav Droysen (1808-1884), que acuñó el término Helenismo. Frente a Alejandro Magno desvalorizado por los discursos de Demóstenes revaloriza la figura en Historia de Alejandro (1883) y su Historia del Helenismo (1836 tomo I y 1843 tomo II). Inserta el helenismo en la Antigüedad. Los hallazgos arqueológicos potencian esta Historia. Dos limitaciones: es una historia eminentemente política (salvo Burkhardt 1818-1897 que trató de encontrar las fuerzas motrices de la historia) y ligada al Neohumanismo y su idealización romántica de los griegos, desmitificada por Beloch.


c) La Historia Antigua en el siglo XX: la herencia se manifiesta en una ciencia firmemente anclada en el campo de las ciencias históricas con un método reconocido y eficaz, y un campo instrumental tan completo como útil, pero a la vez tiene que superar la crisis del historicismo y la de poder encontrar una nueva orientación y métodos para la Historia Antigua entre los pollos del positivismo, neohumanismo y la concepción universalista de la historia. Inicia con Meyer que abandona el clasicismo de la Historia Universal y el neohumanismo y se centra en su unidad interna en dos polos, oriental y greco-romano, cuya contemplación como conjunto es esencial. Se pasa a un camino de especialización y la monografía conduce al afinamiento de métodos y ampliación de conocimientos. Se escribe para iniciados y se corre el riesgo de convertir la Historia Antigua en un Museo de la Antigüedad, muerto y vacío de sentido.

La definición marxista de la Antigüedad arranca en la concepción neohumanista clásica (Atenas s. V y IV a.C. y Roma república y comienzos del principado), descartando Oriente por su errónea idea de ausencia de propiedad privada y es el fundamento de Europa. Lenin y Stalin no tenían relación alguna con la Antigüedad por lo que al reemprenderse su estudio, se ancló en Marx y Engels. Hubo gran desarrollo de la ciencia soviética de la Antigüedad, pero supeditada a las necesidades del marxismo leninismo y en enfrentamiento con los historiadores burgueses.

La Historia Universal de la Antigüedad necesita volver a considerar el transcurso del conjunto del acontecer histórico como una unidad espacial y temporal, frente a las tendencias ahistóricas de la historia de las ideas, de la cultura, la social, etc. y volver a colocar a la sociedad y no al Estado en el centro. Sólo así podrá producirse una contemplación universalista que mezcle fructíferamente la historia individualizados y la estructural.