viernes, 20 de septiembre de 2024

Representaciones humorísticas de mujeres

 
¿ES SOLO UN CHISTE? RECONSTRUYENDO LOS SIGNIFICADOS DEL DERECHO AL SUFRAGIO FEMENINO EN COSTA RICA, BAJO LA LUPA DEL HUMOR GRÁFICO (1949-1953)
Yanet MARTÍNEZ TOLEDO

El objetivo de este artículo es analizar cómo, mediante el humor gráfico, se representa a las mujeres, y sus luchas por alcanzar el derecho al sufragio. Para ello se realiza un análisis, con enfoque cualitativo, de caricaturas publicadas en los semanarios El Trapiche y La Semana Cómica, y en el Diario de Costa Rica, entre 1947 y 1953. Uno de los resultados principales es, además de la reproducción de estereotipos acerca de la participación política de las mujeres, señalar cómo se reproducen las nociones dicotómicas de lo que es ser mujer y el peligro que estas representan para los hombres como grupo político.


El 30 de julio de 1950, una mujer de 27 años, llamada Bernarda Vázquez, fue la primera mujer en ejercer su derecho al voto en La Tigra, provincia San Carlos, en Costa Rica (Ávalos, 2013). Lo hizo un año después de que la Asamblea Constituyente otorgara el voto a las mujeres, el 20 de junio de 1949. Interesa saber, en este artículo, qué pasa con la crítica política cuando está en juego el derecho de las mujeres al voto. Quiénes son los autores de estas caricaturas, dónde se publican, cuáles son los elementos visuales y lexicales del discurso de los caricaturistas y cómo son representadas las mujeres en ellos. 


La presencia de las mujeres en la prensa escrita en la década de 1940 tiene características que, podríamos afirmar, siguen hasta nuestros días. Tanto en La República, como en Diario de Costa Rica, las mujeres fueron centralmente representadas como protagonistas en “concursos de belleza, bodas, viajes, compromisos y certámenes para elegir madrinas de ciertos eventos”


Las mujeres eran protagonistas de eventos pero a la vez productoras de contenido como con el períodico Nosotras (1949). 


Tanto la caricatura como la historieta surgen de manera simultánea, con la obra Figuras y Figurones (1870-7890) de José María Figueroa (Sánchez, 2015). 1892 es la fecha en la que las caricaturas se incorporan de manera sistemática a la prensa escrita en el país. Si bien a partir de la búsqueda documental se puede identificar algunas actoras clave, tales como Emilia Prieto, puede afirmarse, en términos generales, que no hay una recuperación histórica de la presencia de las mujeres como caricaturistas y artistas gráficas en la producción periodística nacional. 


Hay un denominador común: imagen, crítica social y referencia a códigos de una cultura popular que, haciendo uso de la sátira, interpela al discurso hegemónico. Esta interpelación sucede en un proceso de negociación, donde el discurso hegemónico es contrastado, pero también asumido.

En alusión a la representación mediática de las mujeres podemos hablar de un denominador común: la construcción estereotipada de los roles de género, la imagen de las mujeres y la construcción de lo femenino y su relación con lo masculino.

Incluye la construcción de una agenda mediática de lo que “le importa a las mujeres”, en la que se privilegia lo doméstico sobre lo político, lo privado sobre lo público, el entretenimiento sobre la información.

La categoría violencia simbólica (Bourdieu, 2000) expresa la existencia de una relación desigual entre géneros, en la que las mujeres son subordinadas al establecerse ámbitos de actuación que, al naturalizarse, privilegian a hombres sobre mujeres

Otro elemento clave de la violencia simbólica es la “invisibilización”. Al privilegiarse una noción estereotipada de lo que es ser mujer, y los ámbitos de actuación de esta representación, quedan “por fuera” todas aquellas representaciones de las mujeres ajenas a lo doméstico, entiéndase: el amor filial, matrimonial y su vinculación con el cuidado de otros y otras.

Cuando el humor construye las bases de su sátira política, basándose en la naturalización de la desigualdad de los géneros, y, además, asume como natural la feminidad sexualizada y eternamente joven al representar a las mujeres como sujetos políticos y sujetos de su propia historia. 

Además hay una mirada masculina que es desde donde se ve. Y está marcada por una construcción “heteronormada” de la realidad en la que las mujeres somos objeto de deseo, antes que sujetos autónomos. 


La aparición de las mujeres, se ubicaba más en el terreno de las noticias sociales, a pesar de que la Liga Feminista logra colocar una columna feminista dentro del diario (Diario de Costa Rica). Esto último no se traduce en un abordaje integral de las mujeres, como se apreciará más adelante en los resultados. 

Para el análisis del material se elige el método de Análisis Crítico del Discurso Multimodal (ACDM), el cual permite analizar los aspectos lingüísticos, semánticos y semióticos de la representación de texto escrito e imagen. Permite hacer una taxonomía de la imagen, desde el color hasta su sintaxis, y su vínculo con el texto escrito (Kress, van Leeuven, 1996). 

Tomando ello en consideración, en la perspectiva del análisis de la relación entre texto e imagen se analizará: 1. ¿Quién es el emisor, constructor de sentido en la caricatura? 2. ¿Quién mira y a quién se observa? 3. ¿Cuáles son los estereotipos de género que se reproducen en las imágenes? 4. ¿Cómo el texto dialoga o refuta la imagen? 5. ¿Quién habla en el texto?

La representación de la participación política de las mujeres en el humor gráfico de la época es mínima si se compara con otras formas de representación. 

A partir del análisis general de las ediciones de La Semana Cómica en el período analizado, se puede concluir que las mujeres son mayoritariamente representadas en actividades vinculadas con el consumo, especialmente en la compra de accesorios. También son representadas en relación con hombres con los que tienen vínculos de noviazgo y matrimonio.

En lo que respecta a su representación física, siguiendo el aporte de Alvarenga (2012: 154), las mujeres que aparecen en las caricaturas de los tres medios son predominantemente jóvenes, esbeltas, caucásicas, sintetizando un imaginario costarricense de mujeres urbanas, de clase media y del Valle Central del país. El Valle Central tiene valor tanto geográfico como simbólico. En el caso costarricense, el centro de crecimiento del país en las décadas de 1940 y 1950 se encuentra en esta área. 

La representación de las mujeres en la política, en esta imagen, más allá de las filiaciones políticas, tiene un denominador común. Cada mujer es representada más como trofeo que como agente activo del cambio político.


En “¿Cómo disolver un mitin político femenino?” hace referencia, en clave de humor a un elemento de sentido común, propio de la experiencia en la vida doméstica de las mujeres: el ratón. El ratón, simbólicamente, es asociado con la incapacidad de los sujetos femeninos para hacerles frente, además de que alude a gritos y miedo por parte de las féminas. ¿Quiénes son los sujetos que deben hacer frente a la presencia de ratones? Los hombres. Al menos en el espacio doméstico. 


“Sexo debil” (Méndez, 1956) lleva el conflicto de lo doméstico a lo político y se reproduce la imagen de la suegra como un sujeto violento, no dialógico, del cual el hombre es una víctima. La mujer agresiva y poco deseada en la familia, la suegra, es, además, un sujeto no confiable en materia de política. Aunque, evidentemente, es un sujeto activo en la política. Esto nos permite visibilizar otro elemento de sentido común clave en el humor. Las mujeres que participan en política se vuelven agresivas, poco dialógicas. En otras palabras, se ‘masculinizan’



En las dos imágenes que hacen referencia a la organización política de las mujeres hay un reconocimiento de que la participación de las mujeres en política significa más poder, pero ese poder de las mujeres no es percibido como el acceso a un derecho, sino como la pérdida de privilegios para los hombres.

En “Voto femenino” (La Semana Cómica, 1947) se construye un escenario distópico en el que la participación activa de las mujeres tiene un impacto social que afecta directamente a los hombres, especialmente revirtiendo lo que se entiende en las imágenes como el orden de las cosas. El elemento distópico, desde la perspectiva del hombre, que protagoniza la imagen se encuentra en la inversión de los roles asignados por género y que ubican a las mujeres en el espacio doméstico. Esta distopia se expresa en el rostro del hombre que se podría interpretar como una mezcla entre desagrado e impotencia.

La imagen “Uno que necesita sales Uvina” (La Semana Cómica, 1947) no hace referencia al “futuro” en el que las mujeres acceden a derechos políticos, sino al presente en el que ese hecho se convierte en un peligro para el status quo. El sujeto que protagoniza la imagen representa uno de los poderes políticos imperantes en Costa Rica en la época. Se trata de la Iglesia Católica. La Iglesia Católica representa una de las fuerzas en disputa en torno al acceso de las mujeres a la participación política.

En el texto escrito se hace referencia a la “trapeada” que les da el padre a las mujeres. Este es un elemento importante, pues esta es la única imagen en la que se explicita la violencia contra las mujeres organizadas en política. En las anteriores imágenes los hombres son presentados como víctimas del cambio político o como cómplices de una broma (como en el caso de “¿Cómo disolver un mitin?”). 


El humor en general, y el humor gráfico en particular, necesita de marcos de experiencia comunes que hagan posible la lectura y la risa; esto es, el objetivo final del humor. 


En términos generales, podemos hablar de que las imágenes halladas en los tres medios tienen características similares. La primera de ellas es la “invisibilización” de la participación política de las mujeres en general.

En segundo lugar, cuando aparecen desarrollando alguna actividad política, lo hacen a través de la mirada masculina (como retomar el papel cultural asignado a las suegras desde el punto de vista masculino).

En este sentido todas las imágenes son ejemplos de violencia simbólica, porque en cada una de ellas se reproducen prejuicios de género, que se suman a la “invisibilización” de la participación política partidaria de las mujeres de manera general. 

La categoría “mirada masculina” nos permite entender que las dinámicas de sentido común tienen un componente de género que, en el caso del humor, se traduce en una complicidad entre artista y audiencia que marca el contenido y los límites de lo risible. Esto nos permite entender las dimensiones del humor como forma de violencia simbólica contra las mujeres, al representarlas a partir de la naturalización de prejuicios basados en sentidos comunes de género.


lunes, 16 de septiembre de 2024

Historia del consumo, bienes y cultura material y sociabilidad

16 de setiembre 2024


Historia del consumo, bienes y cultura material


La lectura de Chartier es grande. Marcó tendencia en la historia de los libros, cómo ha evolucionado en cuanto a los contenidos. 

La significación del libro poseído es incierta: lectura personal, heredado, apariencia, etc.

La comercialización de libros ahora puede hacer que sea un fenómeno mediático como Harry Potter. Otro es los libros de autoayuda, que hace 50 años no existían.

Hay géneros literarios que estuvieron de moda por un tiempo: por ejemplo en la colonia lo que se leía eran libros religiosos, luego se añadieron libros de aventuras, novela rosa, etc.

Los libros pueden plantear guerras culturales.

Algunos son criticados por la Iglesia catalogados de anti clericales, por ejemplo.

En el 94 Ivan Molina publicó el que quiera divertirse.

Las revistas comerciales fueron muy fuertes en la segunda mitad del s. XX


Cultura material: bienes creados, producidos o anhelados.

Significados particulares para un grupo determinado

Esto les otorga valor

Se modifican según circunstancias

Símbolos socialmente activos.

Objetos como fuente para el estudio de la Historia

La cultura material permite la representación de un número limitado de cosas.

¿Cómo y por qué se usaron, quiénes los usaron?

¿Cómo fueron apropiados (significación)

Elementos básicos de una cultura material: vestido, vivienda, alimento.

Cómo se generan hábitos para consumir un alimento, una bebida o algún producto.


En cuanto a los alimentos, las temáticas a considerar son el acceso, el hambre, las carestías, el prestigio, asimilación cultural, salud pública.


El consumo se relaciona con la producción distribución y promoción insertos en la vida social y cultural.

Bauer: las formas en las que se producen las cosas que ingieren o con qué se cubren, las moradas que habitan, las herramientas que emplean, junto con la forma en que se usany consumen los bienes.

Los bienes establecen significados sociales

Delimitan las relaciones sociales

La vivienda y alimentación varían de forma más lenta. La demanda está determinada por fuerzas sociales y económicas. Consumo como espacio de identificación y diferenciación.

Elemento central para conformar identificaciones sociales.


Los bienes se vinculan a referentes personales, se convierten en atributos de seres individuales y son insignia de identidad y como signos de relaciones y obligaciones interpersonales específicas.


Elemento básico: la sociabilidad y pertenencia a un grupo social y el mantenimiento de relaciones sociales.

Construcción de identidades y la creación de estilos de vida.

Consumo como espacio para la distinción, donde a través de la expresión del gusto, se indica una porción de la posición social.

Exhibir signos de identidad, levantar la autoestima y expresar individualidad / identidad.

Forma de consumo y uso: sensación de unicidad e identificación con un grupo.

Satisfacción con el acceso socialmente estructurado y los placeres del consumo.


Publicidad

Viejos/nuevos bienes y viejos/nuevos significados

Asociaciones e ilusiones culturales

Romanticismo, deseo, progreso, belleza, plenitud, asociados a bienes mundanos

Inversión de tiempo, atención, y dinero por parte de consumidores

Formas de vida y cultura aspiracional.
Publicidad: generar un fuerte efecto de demostración de estatus

Sociedad de consumo y democratización del consumo

Formación de un mercado internacional con la expansión comercial del siglo XVI

Gran circulación de mercancías


1850-1950: patrones burgueses de consumo

Intensificación del consumo y la representación, el imaginario de las clases medias en América Latina.


La manipulación de las percepciones, ejemplificada por las estrategias de marca, crea verdades consensuales y realidades percibidas que median para la producción y consumo para colocar capitales, productos y la riqueza acumulada.


Aumento masivo de productos industriales a partir de los 30 s (en países rurales es más tardío)

Cambios en la alimentación, vida cotidiana, ritmos de trabajo y productividad.

De artículos de lujo a consumo diario y masivo

Commodity chain: producción, comercio, y consumo

Consumidores globales y redes transnacionales


Mitos y símbolos asociados a un producto

Fantasías y nostalgias

Imaginarios emocionales

Prácticas sociales

Formas de sociabilidad

Productos exóticos con qué significados y percepciones se venden, con qué leyendas y mensajes


Libro con sabor a tertulia - Patricia Vega Jiménez

A Global History of Mexican Food - Jeffrey M. Pilcher

Food and Revolution: Fighting Hunger in Nicaragua, 1960-1993 - Christiane Berth


Políticas alimentarias

Industria de bebidas y alimentos

Cadenas de producción

Historia del consumo

Grupos de poder


Venta de alimentos en las calles

Ejemplo pone la cadena de comercialización de la papa en Costa Rica


Sweetness and Power - The Place of Sugar in Modern History

By Sidney W. Mintz


¿Cuáles son las condiciones de vida y de trabajo en los países productores?

¿Cuál es el verdadero origen de un producto?

Relaciones globales alrededor de un producto

Idealización y clichés exóticos

Papel de intermediarios


SOCIABILIDAD


Según Agulhon: principio de las relaciones entre las personas en tanto aptitud de los hombres para vivir en sociedad

En torno a qué espacios se reúne las personas y para hacer qué y con quienes.


El círculo burgues 

El círculo es espacio masculinizado, con costumbres, vestimentas, responsable de crear vínculos en la cotidianidad francesa, que penetraban.

Jean Luis Guereña es otro estudioso de la sociabilidad. Se relaciona con la aptitud de relacionarse.


Se relaciona con la configuración de la sociedad civil donde las relaciones de poder son parte de la vida social y de las prácticas  a través de las cuales se establecen vínculos y se instauran las reglas del juego político entendido en términos amplios.


Convivencia de lo íntimo con lo político

Redes de amistades.


Circulación de ideas, formación de identidades, rituales, asociaciones de la sociedad civil. 



domingo, 15 de septiembre de 2024

La historia poscolonial en la India: Nuevas voces

Una pequeña historia de los Estudios subalternos 

Dipesh Chakrabarty


Dipesh Chakrabarty, “Una pequeña historia de los Estudios subalternos.” En: Pablo Sandoval, Repensando la subalternidad: miradas críticas desde/sobre América Latina. Perú: Instituto de Estudios Peruanos, 2010. pp. 25-52.


Arif Dirlik indica que, aunque las innovaciones historiográficas de los Estudios subalternos son bienvenidas, se trata de simples aplicaciones de métodos iniciados por historiadores marxistas británicos, modificados por las “sensibilidades del Tercer mundo”, que se habían diseminado ampliamente durante la década de 1970 bajo el influjo de historiadores sociales tales como E. P. Thompson, Eric Hobsbawm, y muchos otros.


Al autor le gustaría demostrar que la lectura de los Estudios subalternos hecha por Dirlik equivoca seriamente el juicio que hace a la serie de documentos que constituye un proyecto poscolonial.


Los documentos oficiales del gobierno británico de la India –así como la tradición de historiografía imperial– siempre presentaron al gobierno colonial como si hubiera sido un beneficio para la India y su gente. Los historiadores indios de la década de 1960 –muchos de los cuales tenían títulos académicos británicos y la mayoría de los cuales pertenecían a una generación que creció a finales del gobierno británico– cuestionaban esa perspectiva. El nacionalismo y el colonialismo salieron a flote como fenómenos interdependientes en dos narrativas dominantes.

Desde el punto de vista de una generación más joven de historiadores, ni la tesis de Cambridge, que propone una visión escéptica del nacionalismo indio, ni la tesis nacionalista-marxista –o asimilada a una agenda historiográfica nacionalista–, que encubre los verdaderos conflictos de ideas y de intereses entre los nacionalistas de elite y sus seguidores socialmente subordinados, eran respuestas adecuadas a los problemas de la escritura de la historia poscolonial en la India.

Los Estudios subalternos intervinieron en esta historia en 1982. Intelectualmente, empezaron en el mismo terreno en el que iban a presentar batalla: la escuela de Cambridge y la de los historiadores nacionalistas. Estas dos perspectivas, declaró Guha en un documento que inauguró la serie de textos de los Estudios subalternos, eran elitistas. Escribieron la historia del nacionalismo como si fuera el recuento de un logro de las clases de élite, ya fueran indias o británicas.

Buscaban una perspectiva antielitista de la escritura de la historia y, en este aspecto, tenían mucho en común con las aproximaciones de la “historia-desde-abajo” que introdujeron Chistopher Hill, E. P. Thompson, E. J. Hobsbawm y otros en la historiografía inglesa.


En retrospectiva, se puede decir que había tres amplias áreas en las que Estudios subalternos se diferenciaba de la aproximación “historia-desde-abajo” de Hobsbawm o Thompson (guardando las diferencias entre estos dos eminentes historiadores de Inglaterra y Europa). La historiografía subalterna implicaba, necesariamente, una relativa separación de la historia del poder de cualquier historia universalista del capital; se constituía como una crítica de la nación como forma y una interrogación a la relación entre el poder y el conocimiento (es decir, del archivo mismo y de la historia como una forma del conocimiento). En mi opinión, en estas diferencias estaban los inicios de una nueva manera de teorizar la agenda intelectual de las historias poscoloniales. 

Guha declaraba que en la India colonial existía un dominio “autónomo” de la “política del pueblo” que estaba organizado de manera diferente que el dominio de la política de la elite

La tendencia estándar en la historiografía marxista global hasta la década de 1970 era considerar las revueltas campesinas que se organizaron a lo largo de los ejes de parentesco, religión, casta, etc., simplemente como movimientos que mostraban una conciencia retrógrada, del tipo que, en su trabajo sobre bandidismo social y “rebelión primitiva”, Hobsbawm había llamado prepolítico. Al rechazar explícitamente la caracterización de la conciencia campesina como prepolítica y al evitar los modelos evolucionistas de la toma de conciencia, Guha estaba preparado para sugerir que la naturaleza de la acción colectiva contra la explotación colonial en India era tal que efectivamente llevó a una nueva constelación de lo político. Guha sugirió que el campesino (insurgente) en la India colonial de hecho leía correctamente su mundo contemporáneo. 

La semiótica de la dominación y la de la subordinación era lo que las clases subalternas querían destruir cada vez que se rebelaban. En el caso de la India, la semiótica no podía separarse de lo que en inglés llamamos, de manera imprecisa, lo religioso o lo supernatural.

En Elementary Aspects of Peasant Insurgency in Colonial India, Guha tiende a leer dominación y subordinación en términos de una oposición entre modos de producción feudal y capitalista. En esta visión de la historia, fundamentalmente eurocéntrica y por etapas, aunque modulada por las teorías del “desarrollo desigual”, el campesino es una figura del pasado y debe mutar en un trabajador industrial para emerger, eventualmente, como el ciudadano-sujeto de las democracias modernas. Pero esta particular narrativa marxista sólo representa en parte la fuerza y la amplia significación de la crítica de Guha a la categoría prepolítica: Cualquiera que sea su validez para otros países, la noción de insurgencia campesina prepolítica ayuda muy poco a la comprensión de la experiencia de la India colonial. La dominación social y la subordinación del subalterno por la elite fue, pues, un rasgo cotidiano del capitalismo de la India. Fue un capitalismo de orígenes coloniales. El resultado de la colonia fue un capitalismo sin jerarquías capitalistas, una dominación capitalista sin una cultura capitalista hegemónica, o, en los famosos términos en los que lo puso Guha, una dominación sin hegemonía.


Las dos formulaciones de Guha –que tanto el nacionalismo como el colonialismo tuvieron mucho que ver con la institucionalización del gobierno del capital en la India, donde las ideologías burguesas ejercieron dominación sin hegemonía, y que la forma resultante de poder en la India no podría ser denominado prepolítica– tuvieron varias implicaciones para la historiografía.

No hay duda alguna de que la elite política india internalizó y utilizó el lenguaje de modernidad política, pero esta tendencia democrática existía al lado de relaciones de dominación y subordinación que no son democráticas y estaba intercalada con ella. Esta coexistencia de dos dominios políticos, dijo Guha, “fue el indicador de una importante verdad histórica, esto es, del fracaso de la burguesía de hablar a nombre de la nación”.


La búsqueda de Guha de una historia en la que el subalterno era el que hacía su propio destino puso en la palestra la cuestión de la relación entre textos y poder. Guha enfatiza la necesidad del historiador de desarrollar una estrategia consciente para leer los documentos. El objetivo de esta estrategia no es simplemente discernir y cernir la parcialidad de las elites, sino analizar las propiedades textuales mismas de estos documentos para poder llegar a la historia del poder que las produjo. Sin contar con tal herramienta de examen sistemático, opina Guha, los historiadores tienden a reproducir la misma lógica de la representación que utilizaron las clases de la elite al dominar al subalterno.

Al criticar así el historicismo y el eurocentrismo, y al utilizar esta crítica para interrogar a la idea de la nación, al enfatizar las propiedades textuales de los documentos de archivo, al considerar la representación como un aspecto de las relaciones de poder entre la elite y el subalterno, Guha y sus colegas se separaron de los presupuestos que guiaban la aproximación de la historiografía marxista inglesa, la historia desde-abajo.


Ranajit Guha se retiró del equipo editorial de Estudios subalternos en 1988. Desde entonces, los académicos de Estudios subalternos han tratado de tomar en consideración las críticas en su trabajo. Las acusaciones de que no han abordado cuestiones de género o entablado conversaciones con la teoría feminista han sido abordadas hasta cierto punto por Ranajit Guha, Partha Chatterjee y Susie Tharu, entre otros. La influencia del pensamiento deconstruccionista y posmoderno en Estudios subalternos puede identificarse en la manera en que los trabajos de Gyanendra Pandey, Partha Chatterjee y Shahid Amin, en la década de 1990, han privilegiado la idea del fragmento sobre la del todo o la totalidad.

Mucha de la controversia sigue, a grandes rasgos, los contornos del debate global que se da entre marxistas y posmodernistas. Así como los marxistas de otras partes, los marxistas indios alegan que la valorización posmodernista del fragmento en la historiografía del subalterno daña la causa de la unidad de los oprimidos y contribuye con los extremistas hindúes. Los defensores de los Estudios subalternos señalan, como respuesta, que la esfera pública –en la India como en otras partes– se ha fragmentado bajo la presión de la democracia y que esta no puede ser unida artificialmente por un marxismo que insiste en reducir las muy diversas experiencias de opresión y marginalización al eje único de clase, o inclusive al triple eje de clase, género y etnicidad.


Los defensores de los Estudios subalternos señalan, como respuesta, que la esfera pública –en la India como en otras partes– se ha fragmentado bajo la presión de la democracia y que esta no puede ser unida artificialmente por un marxismo que insiste en reducir las muy diversas experiencias de opresión y marginalización al eje único de clase, o inclusive al triple eje de clase, género y etnicidad. La concesión formal de los derechos de ciudadanía al campesino indio después del logro de la independencia de los británicos simplemente reconocía su naturaleza que ya era política. Puede verse, en retrospectiva, que Estudios subalternos fue un proyecto democrático cuyo objetivo fue producir una genealogía del campesino como ciudadano en la modernidad política contemporánea.

 

sábado, 14 de septiembre de 2024

El voto de la mujer

Dotar de voto político a la mujer. ¿Por qué no se aprobó el sufragio femenino en Costa Rica hasta 1949?

Eugenia Rodríguez Sáenz


La historia tradicional ha contribuido a invisibilizar el aporte femnenino aunque la participación de las mujeres en la dinámica política tiene larga trayectoria. Se ha invisibilizado como pasivas, sumisas, domésticas y como si el voto fuera una concesión de los partidos hacia ellas.


El acceso ha sido fruto de una larga y ardua lucha, con escaso apoyo masculino y resistencia conservadora.

Sara Casal, líder de la Liga Feminista, en 1925 indicó en “El feminismo y la mujer costarricense”, La Tribuna, 27 enero, p. 6, que la mujer ha hecho política ilegalmente, ¿por qué no dar ese espacio legalmente?

La autora considera que hay que ir más allá de los debateds y la exaltación feminista es incorporar el rol clave del contexto político y electoral.


Antecedentes históricos del movimiento feminista y sugfragista costarricense

Entre 1890 y 1945 toma auge el debate sobre la igualdad de la mujer, sus condiciones sociales y políticas y el planteamiento de reformas constitucionales. Se da en un contexto de gran efervescencia socio-política, de fortalecimiento de las políticas del Estado Liberal, y de ampliación del acceso de las mujeres a la educación, trabajo, higiene y salud. En el período hay movimientos sufragistas en Estados Unidos, Europa y otros países, fortalecimiento de nexos entre organizaciones feministas, una crisis política por la dictadura del 1917-1917 y el papel de las mujeres en su derrocamiento, auge del movimiento obrero y el Partido Reformista y la Liga Feminista, ambas en 1923.
Propone distinguir tres etapas: 1890-1910, 1910-1923 y 1923-1949.
En la primera se dan los primeros planteamientos en el ámbito periodístico y discurso JJ Rodríguez en favor de la igualdad en 1890; 
En la segunda la lucha se da más fuerte y se apoya en la labor de la Liga Feministay se  apoya en el Partido Reformista. En “Conferencia” ensayo feminista (noviembre 1912) de Ángela Acuña abogaba por superar ese rol exclusivamente doméstico. Se argumentaba que la mujer podría ayudar a resolver la crisis social si se le equiparaba dando el derecho al voto y la reforma al artículo 12 de la Ley Orgánica de los Tribunales (de 1887) en 1916 que abrió el Notariado a mujeres. (NOTA: La ley que regula el Notariado es la Ley Orgánica de Notariado de 1887, pero no parece ser el artículo 12 - investigar reformas de 1915, 1916 y la primera notaria fue Licenciada Virginia Martén Pagés en 1947).En la Asamblea Constituyente de la constitución de 1917 se propuso un voto femenino restringido.  En la Asamblea Constituyente de la constitución de 1917 se propuso un voto femenino. Algunas estudiantes del Colegio Superior de Señoritas de la Liga Feminista, plantearon el 20 de junio de 1923 la necesidad de aprobar el voto femenino al Congreso con el apoyo del Presidente Julio Acosta (y otras figuras destacadas y no tanto una base de mujeres). Algunas estudiantes del Colegio Superior de Señoritas de la Liga Feminista, plantearon el 20 de junio de 1923 la necesidad de aprobar el voto femenino al Congreso con el apoyo del Presidente Julio Acosta (y otras figuras destacadas y no tanto una base de mujeres). 
En la tercera, hay una organización más sistemática, con apoyo del Partido Reformista 1923
 y el comunista en 1931, hasta el decreto de 20 de junio de 1949 (aquí, p. 9). Otras organizaciones se sumaron en los años 40: la Alianza de Mujeres Costarricenses (del Bloque de Obreros y Campesinos), el movimiento las Mujeres del 2 de agosto de 1947, la Unión de Mujeres del Pueblo (fundada el 22 de agosto de 1947 con mujeres del Partido Vanguardia Popular) y mujeres que participaron en la guerra civil de 1948.


Los discursos sobre la participación de las mujeres en política y el sufragio femenino

Una parte importante de la razón por la cual no fue sino hasta 1949 que se aprobó el derecho al voto para las mujeres está en el cambio de discurso en las primeras décadas del siglo XX. El análisis es complicado ya que identificadas con un discurso determinado había personas más conservadoras o más progresistas. Los discursos progresistas coinciden en legitimar el rol tradicional de las mujeres.

La óptica oposicionista y antisufragista tuvo mucho respaldo. Argumentaba que le robaría al hombre su poder en los trabajos y en el hogar.

El discurso feminista tenia un énfasis igualitario y de diferencia sexual.

En “Conferencia” ensayo feminista (noviembre 1912) de Ángela Acuña abogaba por superar ese rol exclusivamente doméstico. Se argumentaba que la mujer podría ayudar a resolver la crisis social si se le equiparaba dando el derecho al voto.

La diferencia sexual la enfatizaba ensalzando la maternidad y la importancia para los ciudadanos de la patria, bien nacidos, sanos, educados, etc. La participación política era muy importante pero el límite era no descuidar el hogar. Legitimaba y coincidía con el modelo liberal.

Hubo intelectuales que apoyaron como Roberto Brenes Mesén, Pedro Pérez Zeledón y Jorge Volio.

El movimiento obrero apoyaba la lucha en pro de educar a las mujeres obreras por su papel en la formación de los hijos: igualdad y rol tradicional.

Rosa Casals, en “Para la Mujer”, hoja obrera de 28 de enero 1913 señalaba que la mujer instruida comprendería lo bueno y lo malo y podría hacer de sus hijos hombres honrados, inteligentes y libres.

Para los partidos comunistas era una lucha más importante integrarlas a las organizaciones obreras. Carmen Lyra en “Llamamiento a las mujeres de la clase trabajadora de Costa Rica” en 1933 (texto de 1936 aquí) afirmaba que la opción de las mujeres trabajadoras no está en el feminismo sino en el comunismo y que deben luchar juntos y no en oposición como lo pretende el feminismo. Incluso llegó a oponerse al voto porque eso pondría en desventaja a las mujeres pobres frente a las ricas, además qué va a cambiar por poder votar por hombres de la élite.


El contexto de lucha político - electoral y la aprobación del sufragio femenino.

A pesar del importante rol de la Liga Feminista y los discursos en pro y en contra del sufragio femenino, eso no basta para explicarlo sino que hay que analizar el contexto político electoral en el que se inserta.

Hay un contexto de lucha en el que ninguno de los grupos logra monopolizar el poder, lo que obligó a alianzas y acuerdos.

Recordemos que el voto no era directo (hasta 1913), ni secreto (hasta 1925) ni obligatorio. No había una instancia institucional que regulara el proceso. En ese contexto, el voto femenino giró de un polo de oposición mayoritaria en 1925 a uno de apoyo mayoritario en 1949, lo que se refleja en los votos en el Congreso: de un tercio de apoyo pasaron a tres cuartas partes.

Para que se aprobara debían darse dos condiciones estratégicas: 1) Que algún partido considerara ventajosa la reforma y 2) Que existiera un conjunto de movimientos sociales bien organizados que ejercieran presión. La polarización política de 1940 permitió eso.

Aprobar el voto femenino era duplicar el electorado y duplicar las incertidumbres sobre la victoria.

Rodríguez en 1890 y Acosta en 1925 apoyaban el voto femenino, pero no era suficiente en ese momento.

La estrategia política del Partido Reformista (1923) de incorporar a las mujeres activamente pero fue como baluarte moral y de maternidad.

En la reforma de 1925 (voto secreto y directo) el voto femenino se vio comprometido y evidenció la gran resistencia, aunque se usaron esos argumentos ideológicos y éticos para legitimar la propuesta de voto masculino secreto y directo.

La Liga Feminista varía su estrategia hacia un voto femenino restringido y en 1931 presentaron una propuesta de voto femenino restringida a las mujeres con educación y formación técnico-profesional. Pero fracasó en dos ocasiones más, en 1943 y en 1947. El voto femenino no era relevante para los partidos. Además Manuel Mora sugiere que podría hacer perderles votos por influir en mujeres que se oponían al voto, que era cosa de hombres.

En la coyuntura de los años 40, previos a la Guerra Civil, la alianza de comunistas con Calderonistas permitió compensar la pérdida por la separación de sus antiguos aliados de la oligarquía que apoyaba a Cortés. Para los comunistas fue la forma de mantenerse en la agenda y apoyar reformas sociales que amenazaban con superarlos.

En la discusión del Código Electoral de 1946 se empezó a ver un giro hacia el apoyo al voto femenino, como una forma de vetar la propuesta del calderonismo. En 1947 Teodoro Picado lo apoyó como forma de cumplir con la Carta de las Naciones Unidas.

Algunas mujeres se organizaron en el movimiento del 2 de agosto de 1947 y sucedió que la lucha por el voto fue absorbida por la lucha general por los derechos civiles y democráticos de la mayoría. 

Tras la guerra y el reacomodo de fuerzas, el 20 de junio de 1949  (aquí, p. 9) fue aprobado el voto femenino. Los argumentos eran similares (participación, argumentos moralizadores, etc.), a los anteriores pero el contexto cambió. Al haberse desarticulado el calderonismo, ya no había incertidumbre por la cual preocuparse.

Como conclusión, la lucha fue ardua y estratégica, con contradicciones y retrocesos, y no una concesión de los políticos. Hacia los 40 se dieron las dos condiciones dichas: 1) Que algún partido considerara ventajosa la reforma y 2) Que existiera un conjunto de movimientos sociales bien organizados que ejercieran presión.

Falta trabajar las percepciones hacia la participación política de las mujeres que siguen siendo negativas (1996), así como en la representación y paridad.